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Actualizado: 7 de junio de 2025


Sus amigos hablaban con asombro de la blancura de su camisa y la limpieza de su sombrero. Además, engruesaba, tenía mejor color. Los pucheretes de Feli, los guisos campestres aprendidos en casa de su padre y el no trasnochar daban nuevo vigor a su cuerpo quebrantado por las privaciones y desarreglos de la vida bohemia.

27 Y no yacerán con los fuertes que cayeron de los incircuncisos, los cuales descendieron al infierno con sus armas de guerra, y pusieron sus espadas debajo de sus cabezas; mas sus pecados estarán sobre sus huesos, porque fueron terror de fuertes en la tierra de los vivientes. 28 , pues, serás quebrantado entre los incircuncisos, y yacerás con los muertos a cuchillo.

Trajéronlo todo molido y quebrantado a Cádiz, donde decía que por haber perdido una herradura su caballo no se ganó la batalla, pues cuando el maldito jaco tropezó, ya empezaban a huir cual bandadas de conejos los batallones franceses; y fija esta idea en su acalorada mente, no cesaba de repetir: «¡Si no me hubiese faltado la herradura!...».

Sollozaba quedamente con una timidez suplicante de niña, como si la intensa poesía de aquel recuerdo artístico hubiese quebrantado el débil resto de voluntad que la había mantenido dueña de . No qué tengo... Me siento morir... pero con una muerte ¡tan dulce! ¡tan dulce!... ¡Qué locura Rafael! ¡qué imprudencia haberme visto esta noche!...

Esta amenaza había quebrantado su fe en la victoria y le tenía en perpetua angustia. ¡Ay! ¡con tal que los americanos llegasen antes y en cantidades enormes!... Por deber mentía descaradamente ante los amigos que le rodeaban en el atrio solicitando sus opiniones de hombre de guerra. Triunfaremos; y Guillermo tendrá que pegarse un tiro.

18 Cualquiera que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre el que la piedra cayere, le desmenuzará.

Ya dijimos atrás que esta fábrica era una elegante zoma ó alminar de setenta y dos codos de altura, obra del tiempo de Abde-r-rahman An-nasír, y que el siglo XVI la habia notablemente quebrantado por poner en ella su mano profana.

Vese en el fondo la tienda del Emperador, cerrada por todas partes, y delante de ella grupos de guerreros imperiales y bohemios, que, juntos ya, se confunden unos con otros; de repente cae la cortina de la tienda, y aparece Rodolfo con todas las insignias de su cargo, teniendo en sus manos el cetro y la esfera imperial, y á sus pies, y de rodillas, al humillado Ottokar; éste se levanta entonces colérico, y acusa al Emperador de haber quebrantado su palabra; pero Rodolfo le contesta que su homenaje y perdón, con arreglo á su promesa, sería sólo sin testigos, pero que después era justo, en castigo de su delito, humillar al vasallo rebelde por haber osado levantarse contra su legítimo soberano.

Una permanencia de diez horas en las apreturas del bote, vagando á la ventura, en espera de socorro, no había quebrantado sus energías. Las mujeres mostraban mayor desesperación. Ferragut vió en el centro de un grupo de señoras á una jovencita inglesa, rubia, esbelta, elegante, que lloraba balbuceando explicaciones. Se había visto en una lancha, separada de sus padres, sin saber cómo.

Al darle la existencia, se había quebrantado una gran ley moral, y el resultado fué un sér cuyos elementos tal vez eran bellos y brillantes, pero en desorden, ó con un orden que les era peculiar, siendo difícil, ó casi imposible, descubrir donde empezaban ó terminaban la variedad y el arreglo.

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