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Actualizado: 13 de junio de 2025


Y los desgraciados niños a quienes se obliga a pensar en el diablo, el purgatorio y el infierno, tienen desde entonces y según la dosis del veneno, más o menos malogradas sus alegrías del presente por sus aprensiones y sus temores del más allá. "El peso de la muerte se alivia a cada generación, a medida que sus formas violentas, y sus terrores póstumos se atenúan, dice Maeterlinck.

Solía decir a su discípulo: Pregunta, pregunta, hijo mío, que no he de ser yo quien te esconda lo poco que he cosechado en los libros; pero no olvides que de nada te han de valer en Purgatorio estas migajas de ciencia que nos dejaron los sabios cristianos y gentiles. Buscaba siempre inculcarle el desprecio del mundo, y poseía para ello, como pocos, la elocuencia del ascetismo.

Sigue llorando tu culpa; desuéllate el alma con el azote de la conciencia y el cuerpo con unas disciplinas crueles; haz de tu vida en el mundo un durísimo purgatorio; pero resígnate y no trates de remediar lo que sólo de Dios debe esperar remedio.

San Patricio, mientras tanto, resucita á Polonia; Egerio, admirado de este prodigio, pide á su autor que le haga ver el Purgatorio; San Patricio accede á este deseo, y se lleva al Rey á una caverna, desde la cual se ve al Purgatorio en lo hondo, y lo precipita desde aquí en el Infierno, cuyo suceso produce la conversión de la corte y la de toda Irlanda.

Porque no renieguen nuestra santa fe y vayan a las penas del infierno, siquiera ayudadles con vuestra limosna y con cinco paternostres y cinco avemarías, para que salgan de cautiverio. Y aun también aprovechan para los padres y hermanos y deudos que tenéis en el Purgatorio, como lo veréis en esta santa bula."

España era cada vez más católica, más pobre y más bárbara. Ansiaba conquistar el mundo, y tenía en su interior regiones enteras deshabitadas. Muchos de los antiguos pueblos habían desaparecido; se borraban los caminos; nadie en España sabía con certeza la geografía del país, y en cambio, pocos ignoraban la situación del cielo y del purgatorio.

Y no se olvide que, por aquellos, tiempos, era de pública voz y fama que, en ciertas noches, la plazuela de San Agustín era invadida por una procesión de ánimas del purgatorio con cirio en mano.

Y más le ruego: que haga cuenta que son ya pasados los tres días que me ha dado de término para ver las locuras que hace, que ya las doy por vistas y por pasadas en cosa juzgada, y diré maravillas a mi señora; y escriba la carta y despácheme luego, porque tengo gran deseo de volver a sacar a vuestra merced deste purgatorio donde le dejo.

El Comendador, por lo visto, no ha cumplido aún su tiempo de purgatorio, y eso que murió al empezar este siglo. Algunos entienden que no está en el purgatorio, sino en el infierno; pero no parece natural que, si está en el infierno, se le deje salir de allí para que venga á mortificar á sus paisanos.

Cuando usted se encuentre en el cielo decía sonriendo el P. Gil, muy arrellanadita en la silla que le corresponda, ¡qué poco se acordará de su pobre confesor, que estará padeciendo en el purgatorio! ¡No diga eso, padre! Si usted no va derecho al cielo, ¿quién ha de ir? ¡Oh, no! respondía con un suspiro el sacerdote.

Palabra del Dia

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