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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Coronas del Parnaso y platos de las musas, de Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo: Madrid, 1635. El caballero puntual, de Alonso de Salas Barbadillo, tres tomos: Madrid, 1619. El subtil cordobés Pedro de Urdemales, de A. de Salas Barbadillo: Madrid, 1620. Fiestas de la boda de la incasable mal casada, del mismo: Madrid, 1622. Casa del placer honesto, del mismo: Madrid, 1620.
Cuando éstos querían hacer falla para dedicar el día a una borrachera, se entendían con Facundo, quien lo avisaba a la señora, prometiéndole responder de la asistencia de todos al día siguiente, la que era siempre puntual. Por esta intercesión llamábanle los peones el padre.
Adiós, Antoñita dijo Amaury. Hasta la tarde repitió Antonia. Hasta luego, hijos míos. Amaury salió, el doctor se retiró a su despacho, y Antoñita, no teniendo ya que esforzarse para aparecer serena, se dejó caer en una butaca sollozando. Amaury fue puntual.
Aquel fantasma era el monstruo tipográfico, horrible caricatura de Guttenberg, que puntual como el diablo cuando suena la hora de llevarse su alma, venía en busca del condenado artículo. ¡El artículo! ¡Mal rayo me parta! ¡Es preciso acabarlo! Y devorado por la ansiedad, trémulo y medio loco, trincó la pluma y ¡hala!
Si es verdad que estoy loco, mi locura empezó el día que almorcé con ella. El no verla me tenía de muy mal humor. La esperaba. Sin embargo, Amparo no venía. Pasó el tiempo, y llegó el último día del mes. Yo esperaba que la señora Adela sería puntual, y no me engañé. Se me presentó más pobremente vestida que lo que yo esperaba, y sin saludarme ni sentarse me dijo: Vengo a...
No, no; si tengo yo. Tome usted. Las cuentas claras. Tome usted. Y le entregó una pieza de dos cuartos. Sobra uno, señorito; queda en cuenta, ¿eh?, para mañana. Ya que usted es tan puntual, yo también.... ¡No, no!, de ninguna manera. Quédese usted con el otro o delo a un pobre. El cartero se fue riendo. Riéndose va de mí pensó Bonis ; ¡creerá que he querido comprar su silencio con dos maravedís!
Sin embargo de que estos hechos no se han justificado en la forma correspondiente, ha resuelto S. M. que V. S. tome las providencias y precauciones correspondientes para evitar todo abuso y malversacion de los almacenes, castigando á los que resulten culpados, y dándome aviso de cuanto ejecute en el asunto. Todo lo cual participo á V. S. de Real órden para su intelijencia y puntual cumplimiento.
También había correspondencia larga, y lo peor del caso es que yo era el correo de los dos amantes. ¡Aquello me daba una rabia...! Según la consigna, yo salía a la plaza, y allí encontraba, más puntual que un reloj, al señorito Malespina, el cual me daba una esquela para entregarla a mi señorita.
Al dia siguiente perdió el filósofo á su hijo único, y faltó poco para que se muriese de sentimiento. Mandó la señora hacer una lista de todos los monarcas que habian perdido á sus hijos, y se la llevó al filósofo, el qual la leyó, la encontró muy puntual, y siguió llorando. Al cabo de tres meses se volviéron á ver, y se pasmáron de hallarse muy contentos.
Juan Pablo prestaba atención muy escasa al asunto de Maximiliano y a todos los demás asuntos de la familia, como no fuera el de la herencia. Su anhelo era cobrar pronto para pagar sus trampas. Entraba de noche muy tarde, y casi siempre comía fuera, lo que agradecía mucho doña Lupe, pues Nicolás con su voracidad puntual le desequilibraba el presupuesto de la casa.
Palabra del Dia
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