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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Indicarémos algo acerca del uso de este medicamento en los derrames pleuríticos, asemejando su accion á la de la scilla. Si el tártaro estibiado goza de alguna virtud contra esta afeccion, es tan solo devolviendo su energía al pulmon y restableciendo sus movimientos, que pueden dar por resultado el facilitar la reabsorcion del líquido derramado en el saco pleurítico.
Mas si los esfuerzos para efectuar esta funcion, tienden á cesar por parálisis, no solo de los músculos, sino tambien del pulmon, tártaro estibiado es el medicamento mas racional á que debe dirigirse el práctico.
Se observa muchas veces en el curso de estas fiebres ó en su declinacion, y despues de la desaparicion de los fenómenos tifoídeos, el enfisema de los lóbulos inferiores del pulmon por el decúbito prolongado.
Uno de mis colegas que presta servicio en el ejército del Africa, ha visto sacrificar en los mataderos vacas curadas de la tisis y que habían vivido muchos años con un solo pulmón en muy mal estado. A esta autopsia quería referirme yo.
Bien se puede afirmar, comparados los síntomas de la brionia y del fósforo, que este obra mas sobre el parénquima del pulmon, y la primera sobre las partes membranosas; el fósforo corresponde, como veremos cuando nos ocupemos de él, en el tercer grado de la neumonía.
Mientras uno bogaba moviendo unos remos cortos como palas, otro, acurrucado en la popa por el frío de las continuas inmersiones, rugía a todo pulmón: «¡Caballero, eche dos marcos, y los alcanzo!». «¡Caballero, cinco marcos, y paso por debajo del buque!» «¡Caballero... caballero!» Era un griterío que emergía incesantemente a ras del agua; una continua apelación al «caballero» para que pusiese a prueba la agilidad natatoria de la pillería del puerto.
La noche estaba muy negra, el viento soplaba con furia, nubarrones obscuros se extendían por el cielo y dejaban espacios más claros, donde brillaba un grupo de estrellas. Hice un esfuerzo y me quité el pañuelo de la boca. Respiré a pleno pulmón. Luego pensé con frialdad: ¿Qué querían de mí aquellos hombres? Si Machín hubiera pensado echarme al agua, ¿qué esperaba?
Un soplo formidable, la respiración de un pulmón inmenso, entraba por esta galería. Un zumbido armónico llegaba hasta allí con las ondulaciones del aire, haciendo presentir cierta música lejana, más bien adivinada que oída. En los bordes del arco asomaban cabezas, muchas cabezas: las de los espectadores de los bancos inmediatos, avanzando curiosas para ver cuanto antes a los héroes.
Sí dijo el joven doctor , ésa es la única prescripción racional; una casa de campo a orillas del Arno, una vida tranquila y sin preocupaciones pecuniarias... ¡Pero, ya veis!... Y designó con el dedo los cortinajes destrozados, las sillas de paja y el desnudo pavimento del salón. ¡He aquí su sentencia de muerte! En el mes de enero el último pulmón fue afectado; el sacrificio se consumaba.
Siguió adelante la ofendida señora, pero a los pocos pasos la detuvo el escándalo que estalló a su espalda. Sonó una bofetada y la voz de Visanteta gritando a todo pulmón: «¡Tío morra!», repitiendo la frase un sinnúmero de veces con la furia de una virtud salvaje que quiere enterar a todo el mundo de su ruda castidad.
Palabra del Dia
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