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La de Ozores nos lleva como por la mano a D. Álvaro de Mesía, acabado tipo de la corrupción que llamamos de buen tono, aristócrata de raza, que sabe serlo en la capital de una región histórica, como lo sería en Madrid o en cualquier metrópoli europea; hombre que posee el arte de hacer amable su conducta viciosa y aun su tiranía caciquil. ¡Con que admirable fineza de observación ha fundido Alas en este personaje las dos naturalezas: el cotorrón guapo de buena ropa y el jefe provinciano de uno de estos partidos circunstanciales que representan la vida presente, el poder fácil, sin ningún ideal ni miras elevadas!

A veces, cuando me traen un papel azul, a pesar de haber abierto tantos en las redacciones, siento que resurge en la superstición del provinciano.

Facundo, provinciano, bárbaro, valiente, audaz, fué reemplazado por Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo él; por Rosas, falso, corazón helado, espíritu calculador, que hace el mal sin pasión, y organiza lentamente el despotismo con toda la inteligencia de un Maquiavelo.

Lo de D. Basilio era símbolo de su mal sino, de las culpas de su padre, de la prosa miserable que le ataba a su oficio de médico provinciano, oscurecido: el Aguado representaba sus sueños de ambición, sus instintos de delicadeza, sus triunfos entre las damas, la homeopatía y otra porción de cosas ideales y bonitas que no son del momento.

Es una verdad que os hubiera parecido mentira en los ilusionados comienzos, allá en vuestro rincón provinciano, antes de caer en la Puerta del Sol entre las garras de la Bohemia, la sirena que devora el corazón y el cerebro de sus amantes, en unión de la miseria, entre alegres paradojas y peligrosas funambulerías en la cuerda floja de lo imprevisto.

Juanito era listo, hábil, alegre, pillo, hijo de un rico comerciante de Manila y mestizo español por añadidura, ó si se ha de creer á don Timoteo, español de pura sangre; en cambio, Isagani era un indio provinciano que soñaba en sus bosques llenos de sanguijuelas, de familia dudosa, con un tío clérigo que quizás será enemigo del lujo y de bailes, á que ella era muy aficionada.

Ahí está; si él fuera vestido, de levita, y hablara en extranjero o siquiera en provinciano, lo conseguiría al momento, sin más capital que mucha labia y poca vergüenza. Negocio más lucrativo no se ha visto: le dan a usted la concesión, usted la vende al momento y se hace rico, o poco menos.

El general Mansilla le amenaza una vez de darle un candelerazo, diciéndole: «Qué, ¿se ha creído que está usted en las provinciasSu traje de gaucho provinciano llama la atención; el embozo del poncho, su barba entera, que ha prometido llevar hasta que se lave la mancha de la Tablada, fija por un momento la atención de la elegante y europea ciudad; mas luego nadie se ocupa de él.

Sabía Miranda de memoria el reverso, la cara interna de la política, y explicaba desenfadadamente las solapadas alusiones, las reticencias hábiles, las sátiras finas que en todo periódico importante abundan y son eterno logogrifo para el cándido suscritor provinciano.

Facundo habla en Tucumán con desprecio de la soñada federación; propone a sus amigos que se fijen para presidente de la República en un provinciano; indica para candidato al doctor don José Santos Ortiz, ex gobernador de San Luis, su amigo y secretario. «No es gaucho bruto como yo; es doctor y hombre de bien dice , sobre todo, el hombre que sabe hacer justicia a sus enemigos merece toda confianza