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Actualizado: 29 de junio de 2025
Los disparates que habíamos hecho los enmendó la Naturaleza. Contra la Naturaleza no se puede protestar». Miraba el bulto que en la cama hacía Juan Evaristo; pero como su ademán no tenía nada de hostil, Fortunata se iba sosegando. «¡Ya sé lo que hay aquí! ¡Pobre niño! Dios no ha querido que sea mío. Si lo fuera, me querrías algo.
Llenos nosotros de humilde abatimiento, hemos aceptado por lo pronto la sentencia sin protestar ni apelar. La opinión de que no nos da el naipe para filósofos ha prevalecido entre la generalidad de nuestra gente letrada.
Aresti no quiso protestar. No le infundía repugnancia el mote de su primo. ¿Inquisidor? sea. Toda la España, ansiosa de algo nuevo, sentía lo mismo que él, sólo que no llegaba á razonar sus impulsos. En otros pueblos más adelantados, la crisis religiosa, el paso de la Fe á la Razón, se había verificado dulcemente, en medio del respeto y la libertad.
Un periódico, y no por cierto un periódico aliadófilo, hablando del destrozo de Alemania, decía: «Es inútil que los alemanes pretendan protestar. ¡Que lloren como mujeres lo que no han sabido defender como hombres!...» Parece, sin embargo, que los alemanes no lloran como mujeres lo que no han sabido defender como hombres. Antes bien, lo bailan, lo cantan y lo beben con gran regocijo.
Un par de minutos que hubiera tardado nuestro español en volver de su paroxismo o catalepsia, y las paladas de tierra no le habrían dejado campo para rebullirse y protestar. Distraído el sepulturero con su lúgubre y habitual faena, no observó la resurrección que se estaba verificando hasta que el muerto se puso sobre sus puntales y empezó a marchar con dirección a la puerta.
Sólo don Germán se atrevió a protestar aunque tímidamente de aquel juicio precipitado. Tú estás mejor enterado que yo de las miserias de la vida literaria, Tristán, pero se me hace muy duro pensar que una persona que se halla en el pináculo de la gloria y que espontáneamente te ha brindado protección te traicione tan pronto y con tal vileza.
La baronesa viuda de Platavieja le cortó la frase, entrando en la sala seguida de sus seis hijas, amables retoños que en unión de la madre formaban en cantidad y calidad la suma de los pecados capitales, nombre por el cual se las conocía en la corte... Madre e hijas venían también presurosas e indignadas a protestar delante de la pobre Curra, y la señora baronesa aseguro coram populo que lo que había hecho la Villasis aquella noche era ni más ni menos que un timo...
Además, los que mandan en eso de las obras del río tienen unos anteojos muy largos que lo descubren todo de lejos... Celinda se ruborizó, al mismo tiempo que intentaba protestar. ¡Si me parece muy bien! siguió diciendo la mestiza . Ese don Ricardo es un buen mozo y excelente persona. Un gran marido para usted, si es que don Carlos, con el geniazo que Dios le ha dado, no se opone.
Mas de repente, y cuando Jacinta se disponía a oír denegaciones categóricas, la abuela lanzó una fuerte exclamación de alegría, diciendo así: «¡Hijo de mi alma!... ¡amor mío!, ven, ven a mis brazos». Y lo apretó contra sí tan enérgicamente, que el Pituso no pudo menos de protestar con un chillido. «¡Hijo mío!... corazón... gloria, ¡qué guapo eres!... Rico, tesoro; un beso a tu abuelita».
El masculino, enfadado y mohíno, no se atreve, sin embargo, a protestar ruidosamente, pero murmura de aquella falta de confianza, mientras la interesada, orgullosa de su ocurrencia, los contempla con sonrisa burlona. La desgracia fue completa. Los alfileritos obtuvieron un éxito tan lisonjero que no hubo niña que se subiese al aparato que no se hiciese coser la ropa previamente con ellos.
Palabra del Dia
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