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Actualizado: 21 de octubre de 2025


Stäel en un libro que ayer leí, que para compenetrarse con la Naturaleza es preciso amar a la religión. ¡Oh! ¡! es indispensable la religión para disfrutar de los beneficios que Dios proporciona. Por otra parte, ¿no llena nuestros corazones por entero? ¿No es todo amor? ¡Oh! ¡cuánto compadezco a las almas heladas y secas, que no han sido calentadas jamás por su divino entusiasmo!

Yo en este vicio descubro en los indios una buena disposición para civilizarlos y hacerlos laboriosos, pues una vez que codician lo brillante, si se les proporciona poderlo adquirir a costa de su trabajo, se aplicarán con empeño, lo que no sucedería si mirasen las cosas con indiferencia.

Era una respuesta aplastante, en efecto, a la crítica de Leporello nutrida de sana doctrina retórica y adornada con todos los recursos que proporciona al discurso la ortografía española; signos de admiración, interrogantes, puntos suspensivos, paréntesis, etc., etc. Tristán, muy caviloso, apenas le escuchaba.

Concluídos los Padre-nuestros, D. Álvaro se hincaba de rodillas en el suelo, y las mujeres se levantaban para hincarse también, con un rozamiento de enaguas que infundía siempre en el corazón de Laura la especial satisfacción que proporciona una tarea concluída. El rosario iba á terminarse.

Isabel aprovecha la coyuntura para aumentar la inclinación de Don Diego á la tapada con el velo, y le proporciona una cita con la misma.

Terminó el sermón exhortando a los fieles, con arranques de elocuencia henchidos de imágenes, a que se muestren devotos del Sagrado Corazón de Jesús. «Un cuarto de hora todos los días de plática amable con este Sagrado Corazón proporciona al alma el gozo más puro que puede tener en la tierra. Gustate, et videte quoniam suavis est Dominus.

Todo esto viene acaso de mi ignorancia y de que no el sentido exacto de las palabras; pero lo que veo claramente es que las prácticas religiosas no se usan en París y que el domingo se diferencia poco de los demás días de la semana. Mi padre, sin embargo, es tan bueno, que me permite obrar según mi conciencia, con tal que no le moleste en sus costumbres, lo que es, después de todo, muy natural. ¿Lo creerá usted, señor cura? Lo poco que hago por Dios, discretamente y en silencio, lo hago con más fervor y me proporciona más dulzura por lo mismo que tengo que superar más dificultades. Deseo mucho complacer a mi padre y que me quiera. Piense usted que es el único ser en el mundo a quien puedo consagrar mi vida: ¿qué iba yo a hacer de mi corazón si nadie se cuidase de él?... ¿Lo escandalizo a usted, señor cura? Usted piensa que Dios nos pide ese corazón y esa vida, y que esto es bastante para llenarlos. Pero, se lo ruego a usted, no piense eso. Dios es demasiado grande y yo demasiado pequeña, y necesito intermediarios para elevarme hasta

Era el primero que se daba en Villa-Sirena después de dos años. La víspera había llegado de París el dueño de la casa, el príncipe Miguel Fedor Lubimoff, que ocupaba ahora la cabecera de la mesa. Era un hombre todavía joven, con el cuidado vigor que proporciona una vida de ejercicios físicos: alto, membrudo y esbelto, la tez morena, grandes ojos grises y el rostro largo, completamente afeitado.

Madama Laurier tenía diez años menos que su marido, y parecía despegarse de él por la fuerza de un rudo contraste. Era de carácter ligero, elegante, frívola, y amaba la vida por los placeres y satisfacciones que proporciona. Parecía aceptar con sonriente conformidad la adoración silenciosa y grave de su esposo. No podía hacer menos por una criatura de sus méritos.

No concedamos a estos vagos honores sino la poca importancia que merecen. ¡Sólo el Arte debe ser objeto de nuestras ambiciones, señoritas...! ¡El es el que da una significación, un valor a la existencia...! ¡Trabajemos sin descanso, señoritas...! El trabajo nos proporciona alegrías puras, junto a las cuales la riqueza y las condecoraciones no son mas que fruslerías.

Palabra del Dia

neguéis

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