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Sin embargo, yo no había soñado; esta vez estaba seguro de haber oído, y la palabra "cuidado" precediendo á mi nombre había sido pronunciada por una voz masculina.

A pesar de todas las licencias, que concedemos en general á la dicción poética; á pesar de la afición pronunciada, que sentimos por la lengua y la poesía española, ni nos es posible alabar ese estilo, ni tampoco nos satisface ni nos agrada.

Las mujeres bogotanas no desmerecen, por cierto, de sus hermanas de América. Son generalmente pequeñas, muy bien formadas, atrayentes por la pureza de su color, y sobre todo, para uno de nosotros, por el encanto irresistible de la manera de hablar. Tienen una música cadenciosa en la voz, menos pronunciada que la que se observa en nuestras provincias del Norte.

Los latinos no conocieron la prosa sino 307 años despues de la fundacion de Roma, en que con motivo de una arenga pronunciada ante el Senado por Apio Caecus, para exitarlo á que no hiciera alianza con Pyrro, se introdujo el uso de este lenguage en la vida civil.

Su forma es circular; pero de una curvatura menos pronunciada, circunstancia fácil de prever y que el cálculo confirma, puesto que el diámetro de la sombra de la Tierra es casi tres veces tan grande como el diámetro lunar. Forma y dimensión de la órbita lunar.= La órbita de la Luna no es circular; su forma es la de una elipse en uno de cuyos focos se hallara la Tierra.

La turbación de su actitud, del embarazo en que la veía, una palabra pronunciada al azar, me han dado lugar a creer que era aquél el momento de enterarla de lo que necesariamente había de saber más pronto o más tarde. Le he hablado de Eudoxia y le he dicho con firmeza que nunca sería mi esposa.

Jacobo no había venido todavía, y disgustada Currita por creer que toda palabra del buey Apis pronunciada a espaldas de aquel amigo querido era un fraude que a este se hacía, salió impaciente en su busca. Solía Jacobo algunas veces entrar en el boudoir o en las habitaciones de Fernandito como persona de la más familiar confianza, y no parecer en el salón hasta el momento mismo de la comida.

Había ciertas señales: la ojera, que ella tenía muy pronunciada, los ojitos un poco entornados, los labios secos... y otras, y otras. El jefe de inválidos volvió a deslizarse. D.ª Eloisa estaba en brasas, y otra vez le llamó al orden con voz angustiosa. Sucedía esto muy a menudo. D. Martín gozaba lo indecible colóreando las mejillas de las damas con sus frases atrevidas.

Su mujer, el portero, el cocinero, Llera y casi todos los empleados recibieron en mitad del rostro alguna frase grosera pronunciada en el tono cínico y burlón que caracterizaba su discurso. Después de almorzar encerróse en el escritorio con su mal humor a cuestas. No hacía una hora que allí estaba, cuando entraron a avisarle que un cochero de punto deseaba hablar con él. ¿Qué quiere? No lo .

El silencio que en las tres piezas reinaba sólo se interrumpía con tal cual palabra estropajosa pronunciada por Maxi, y con el paso gatuno de la sirviente que atravesaba la sala para ir a recibir órdenes de la única persona que aquella noche mandara en la casa.