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Actualizado: 7 de julio de 2025


Algunas señoras de la clase de parlamentarias, que acudían todas las tardes de bronca, rumiaban caramelos y miraban con extrañeza a aquel viejo de terrible fama, cuyo nombre jamás se pronunciaba en sus tertulias, admirando su aspecto bondadoso y la natural distinción con que llevaba la levita. ¡Parecía imposible!... En la tribuna diplomática sólo quedaba una señora lujosamente vestida, con un gran sombrero de plumas negras, tras el cual casi desaparecía un joven rubio, peinado en bandós, correcto y estirado.

Unos días después de esta conversación encontré a Mary en su casa, con la hija del torrero, la muchacha amiga suya, con la que iba a pescar detrás del Izarra. Esta muchacha se llamaba Genoveva; pero todo el mundo la decía Quenoveva, y ella estaba convencida de que así se pronunciaba su nombre. Quenoveva me fué muy simpática.

Así es que, según lo que yo he llegado a averiguar, por causa de Elisa hubo de introducirse en el dialecto elegante y aristocrático de Madrid el vocablo inglés flirtation, que ya empieza a divulgarse y hasta a avillanarse. Hace algunos años era un vocablo que no se pronunciaba sino en los salones más elegantes, y apenas si se aplicaba a otra mujer que no fuese Elisa.

La biblioteca del Seminario la trataba como cosa propia. Algunas tardes iba a la catedral para perfeccionar sus estudios de música religiosa hablando con el maestro de capilla y el organista. En el aula de oratoria sagrada dejaba estupefactos al profesor y los alumnos por la fogosidad y la convicción con que pronunciaba sus sermones.

Si las maldiciones que pronunciaba a media voz, cuando estaba sólo, no hubiesen tenido otro objeto que la treta diabólica de Dunstan, le hubiera sido posible tener menos espanto a las consencuecias de su confesión.

Cuando en el día va á Villabermeja un cura forastero, tiene que aprender el tonillo. En este tonillo fué el padre Jacinto un dechado de perfección, que nadie ha superado hasta ahora. Al oirle, aunque sea reminiscencia gentílica, dicen que se comprendía cómo Cayo Graco se hacía acompañar por un flautista cuando pronunciaba en el Foro sus más apasionadas arengas.

Además, ¡con qué íntimo regocijo no decíamos a nuestras respectivas patronas al salir de casa: «Si alguien pregunta por , decirle que estoy en la redacción... ya sabe V... en la redacción!» Y la boca al proferir esta palabreja mágica se nos hacía almíbar, como cuentan que le acaecía a cierto santo cuando pronunciaba el nombre de María.

Hasta los criados contenían la murmuración soez y maliciosa cuando en sus conversaciones se pronunciaba el nombre de Lázaro, pues no hallando en quien le llevaba sino virtudes sinceras, tenía la baja lengua que callar, aun estando tan diestra en maldecir.

Las vocales, que como dijimos eran solo tres y representaban las cinco del alfabeto español, debian escribirse solas ó en principio de diccion; porqué cada consonante se pronunciaba con una vocal, que era invariablemente «a», cuando no se modificaba por un punto que ponian encima ó debajo de ella.

A pesar de la entonación seria con que pronunciaba estas palabras y del gesto triste y compasivo con que las acompañaba, creí advertir debajo de ellas una ironía feroz que me causó miedo y repugnancia. Para elecciones reñidas, las que yo he presenciado en Jerez a raíz de la restauración dijo Villa. Durante los años de la revolución, parece que la gente tomaba menos interés en ellas.

Palabra del Dia

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