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Actualizado: 23 de junio de 2025
Sin embargo, el general daba infinitamente más importancia a los artículos de fondo. Los fondos estaban a cargo de un anciano silencioso, taciturno, viudo, con siete hijas que se alimentaban y vestían con los cincuenta duros mensuales que le producían estos fondos a su padre.
Porque escenas semejantes e idénticos ataques se producían a menudo en aquella tertulia de vírgenes nerviosas y viudas místicas. Salieron a relucir los pomos, los frascos de antiespasmódico. Un olor penetrante de éter se esparció en seguida por la estancia. «La distinción entre las llamadas naturaleza orgánica e inorgánica es completamente arbitraria.
Y volvía a reír con la risa regocijada y francamente burlona de otros tiempos. Le había recibido grave y sencilla, influida por el cambio que la soledad, la vida campestre y el deseo de descanso producían en ella.
Roussel, paseándose de arriba abajo, en la agitación que le producían aquellos recuerdos, se había detenido delante del cuadro empezado por Mauricio antes de su partida y miraba con atención la figura que representaba á Herminia. Sí, dijo Mauricio; me ha parecido que el rubio estaba mejor en la escala de los colores: el moreno resultaba brutal.
No habiendo podido dormir en la noche, había pasado en calenturientos sueños parte del día, y me hallaba al despertar afectado de gran postración. Mi alma llena de tristeza se abatía, incapaz del menor vuelo, y encontrándose inferior a sí misma, hasta parecía perder aquella antigua pena que le producían sus propias faltas, y se adormecía en torpe indiferencia.
No encontraba nada que valiese la pena de ser presentado en una mesa como la del príncipe, y eso que los precios pagados por él le producían indignación al compararlos con los de los tiempos de paz. ¡Y la servidumbre!... Había hecho venir criados de España, ya que todos los del país estaban en el ejército, pero se los sonsacaban inmediatamente los dueños de los hoteles.
Esos cobres, esos estaños, esos reflectores de metal blanco, esas paredes de cristal abombado que volteaban con grandes círculos azulados, todo ese espejeo, toda esa balumba de luces, me producían vértigos por un instante.
Apenas se percibían los bultos de los árboles cercanos y los de tal casa que otra de labranza construidaa al borde de la carretera. Los pies de los viajeros no producían el ruido seco que cuando caminaban por el empedrado de la villa, sino un chapoteo aún más triste.
Pero Cristián no tenía miedo; apretaba en su bolsillo el pase á su nombre y al de Dougall. Alentado por el primer éxito, estaba dispuesto á hacer frente al vigilante y á forzar el paso si era preciso. Las emociones pasadas producían en su cerebro una excitación extraordinaria. En este momento estaba seguro de salirse con su empeño.
La viuda había empeñado y perdido para siempre un centenar de hanegadas de tierra de arroz que le producían muy buenos cuartos, para adquirir aquella ratonera brillante y frágil, a la que puso el título de Villa-Conchita, no sin protestas ni rabietas de Amparo.
Palabra del Dia
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