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Actualizado: 15 de mayo de 2025
La pared del huerto que tenía á su espalda el cazador comenzaba ya á consolidarse: sólo un tramo de dos varas estaba sin revestirse de las verdes ligaduras, y sostenido por un prodigio de equilibrio.
Atilio Castro, que se burlaba del coronel, estando siempre en desacuerdo con sus opiniones, parecía impresionado por tal prodigio histórico. Estos ya no son sus tiempos, don Marcos. Vamos á ver cosas muy nuevas. América, que hace un siglo era una simple colonia de Europa, tal vez la proteja ahora y la salve.
Donna Olimpia era alta y bien formada, pero, más que esbelta, amplia y exuberante sin perder la gracia y el hechizo, como las ninfas y diosas que pintaba Tiziano Vecelli. Cuando pasaron los del grupo, Tiburcio prosiguió su arenga diciendo: Esta donna Olimpia es un prodigio singular. Se ignora la edad que tiene.
Las rocas del monte están sembradas de piedras preciosas: son las lágrimas que brotaron de los ojos del dios al ver los padecimientos y los crímenes de los hombres. ¿Cómo no han de creer en el prodigio, viendo todas esas riquezas que han dado origen á los fabulosos relatos de las Mil y una noches?
La Reina Doña Leonor, muy bizarra y lujosamente vestida y tocada, cabalgaba a la derecha del Rey. Les seguían y lo circundaban las principales damas de la corte y muchos egregios personajes del reino, ilustres por su nacimiento o por armas y letras. El hermano Tiburcio, convertido en escudero o doncel, era un prodigio para enterarse de todo a escape.
En la estancia donde nos paramos no encontré más adornos que enormes tinajas enclavadas en la tierra, y sentándose y haciéndome sentar el soldado sobre las tapas de hierro que las cubría, me relató el encanto y el prodigio más estupendo que puede forjar la imaginación más maravillosa.
Comienza Clarín su obra con un cuadro de vida clerical, prodigio de verdad y gracia, sólo comparable a otro cuadro de vida de casino provinciano que más adelante se encuentra.
Llevada de esta consideración, Doña Blanca no impugnó la defensa de la coquetería; dió por satisfecha su modestia de madre, y acabó por aceptar como justos y merecidos los encomios de su hija Clara. Luego añadió: En suma, mi hija es un prodigio. En las alabanzas de V. no toma parte sino la justicia. Me alegro. ¿Qué mayor contento para una madre?
En los rincones pasaba las horas muertas jugando a las muñecas, sin chistar; ella misma confeccionaba las prendas liliputienses con que vestía a su pequeña familia, tan hábilmente, que todos se maravillaban de la práctica de aquellas manecitas en manejar la aguja y las tijeras; misia Gregoria guardaba todavía, como oro en paño, las camisitas y vestidos hechos por su adorado prodigio a los cuatro años.
Mas Ratón Pérez saltó de repente sobre su hombro, y le metió por la nariz la punta del rabo: estornudó estrepitosamente el Reyecito, y por un prodigio maravilloso, que nadie hasta el día de hoy ha podido explicarse, quedó convertido, por el mismo esfuerzo del estornudo, en el ratón más lindo y primoroso que imaginaciones de hadas pudieran soñar.
Palabra del Dia
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