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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Electra, niña boba y discreta, eres un prodigio de inteligencia y gracia, cuando no el modelo de la necedad; tu alma se la disputan ángeles y demonios. Necesitas ocuparte en algo, distraer tu imaginación... No olvides que a las cinco... Vete arreglando ya... ELECTRA. Sí, tía. EVARISTA. Tiempo de sobra tienes: tres cuartos de hora. ELECTRA. No faltaré.
Espigadillo de cuerpo, tenía las piernas delgadas, pero de buena forma; la cabeza más grande de lo regular, con alguna deformidad en el cráneo. En cuanto á su aptitud para el estudio, llamémosla verdadero prodigio, asombro de la escuela, y orgullo y gala de los maestros. De esto hablaré más adelante.
La gran dama, que en Of, Tebas o Dióspolis Magna, se enamoró del hijo predilecto de Jacob, debió ser hermosísima; sólo así se concibe que asegure el Santo ser mayor prodigio el que Josef no ardiera, que el que los tres mancebos, que hizo poner Nabucodonosor en el horno candente, no se redujesen a cenizas.
Sus facciones, notablemente correctas y delicadas: perfil griego, frente pequeña y bonita, nariz recta, labios rojos un poco gruesos; la tez, un prodigio de la naturaleza, mezcla de alabastro y nácar, de rosas y leche, debajo de la cual corría la vida abundante y rica. Los cabellos, negros y brillantes, estaban sueltos, manchando con el aceite perfumado la almohada de batista.
La buena mujer, muy conmovida, se aleja sin poder responder. El gran salón se halla casi desierto. El señor Aubry va a levantar la sesión, cuando el ujier llama con voz sonora: ¡Juan Durand! Estas dos palabras, que hace tanto tiempo resonaron en el vasto salón de la alcaldía de la plaza de San Sulpicio, ¿por qué prodigio, su sonoridad llena aún los oídos de Juan?
esperando, tal vez, que abriéndose las zarzas dejaran libre paso á la misma Galatea. Así es que al oir agitarse la enramada inmediata, no se sobrecogió lo más mínimo, en espera, como estaba, de algún prodigio.
Los de Jacquard con sus incomprensibles juegos de cartones agujereados tenían ocupada y suspensa la imaginación de Jacinta, que veía aquel prodigio y no lo quería creer. ¡Cosa estupenda! «Está una viendo las cosas todos los días, y no piensa en cómo se hacen, ni se le ocurre averiguarlo.
El jesuita durmió después de estudiar y de mortificarse, y abandonó de madrugada el lecho. Esto se repetía diariamente, mes tras mes, año tras año. En sus explicaciones filosóficas, Gracián realizaba el prodigio de volver claro lo oscuro y de hacer ver las honduras de aquella ciencia, iluminando la superficie con la luz de un método admirable y de un decir ameno.
Mi adormecido corazón despierta, y en tus hermosos ojos adivina los mismos ojos de mi madre muerta. No pudieron la ausencia ni el olvido, ni el hielo de tu cruel indiferencia arrancar para siempre esta dolencia del fondo de mi pecho dolorido. La pasión que me tiene enloquecido me consume con honda persistencia, y resurge con súbita violencia ante el prodigio de tu sér querido.
¿Y por qué hemos de callar? veamos: ¿qué tenéis vos que echarme en cara, como no sea el no hacer caso de vos, por impertinente? Si como sois de desvergonzada, fuérais de hermosa y discreta, seríais un prodigio. Como vos, si no fuérais grosero y mal nacido. ¡Vive Dios, doña perdida exclamó don Bernardino todo fuera de sí , que me la habéis de pagar!
Palabra del Dia
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