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Actualizado: 18 de junio de 2025
Había publicado el guerrillero una proclama extravagantísima, en cuya cabeza se veía un grabado representando a Pepe Botellas cayéndose de borracho y con un jarro de vino en la mano, y el estilo del tal documento correspondía a lo innoble y ridículo de la estampa. Sin embargo, por esto mismo le elogiaron mucho y le dieron un mando. ¡Achaques de España! Estos majaderos suelen hacer fortuna.
¡Ah, sí! cuando les ofrecía echar las puertas de los ministerios a cañonazos a aquellos bandidos rompió mi tía electrizada. Eso es, eso es, y aquella proclama al pueblo de Buenos Aires: «Os devuelvo intactas...» No, intactas no; la proclama decía «casi intactas». Bueno, es lo mismo. ¡Qué bellas frases, qué verdades de a puño! ¡Ah, qué tiempos, doctor! Esos eran tiempos de entusiasmo.
La mujer hasta los treinta años, constantemente está alerta, á la primera palabra que se cruza con un individuo del sexo opuesto, se pone en guardia; si no le agrada contrae las cejas y su contestación fría y displicente le dice atrás paisano, siguiendo imperturbable su camino; si por el contrario le agrada, entonces el disimulo es imposible, en este caso procede una proclama incendiaria y el motín es casi seguro.
Oidor de la Real Audiencia D. Manuel de Velasco: lo cual se entienda provisionalmente por ahora y hasta ulteriores noticias; sin perder de vista proporcionar aquellos medios que correspondan, para que permanezca espédita la comunicacion con las ciudades interiores del reino, con arreglo á la proclama del Exmo. Cabildo. Por el Exmo. Sr.
La Iglesia es así, pensaba De Pas, con la cabeza apoyada en las manos y los codos sobre la mesa, olvidado ya del Papa infalible; la Iglesia proclama la humildad y es humilde como ser abstracto, colectivo, en la jerarquía, para contener la impaciencia de la ambición que espera desde abajo.
Pero la hermosa causa que proclama Millares de hombres á su lado llama, Que no saben quien es. Vuelan á las banderas de la gloria, Y en su frente presagios de victoria Creeríanse leer. Castelli los convoca á la pelea Al pié del pabellon que al aire ondea, Y que en Mayo nació; Y en su serena faz resplandecia El entusiasmo santo en que él ardia Cuando «Igualdad!» gritó.
Murcia os proclama emir; Valencia os ofrece una corona; si venceis á Al-hamar, es vuestro todo el pais de Andalucía: ¿qué puede importaros, atendido vuestro brillante porvenir, una ciudad que ya no es mas que un nombre?
Esta es su bandera que ha perdido a principio del combate, y que «va a recobrar dice a sus soldados dispersos aunque sea en la puerta del infierno». La muerte, el espanto, el infierno, se presentan en el pabellón y la proclama del general de los Llanos. ¿Habéis visto este mismo paño mortuorio sobre el féretro de los muertos cuando el sacerdote canta Portæ inferi?
Vimos que a todo escape se nos acercó un General, seguido de gran número de oficiales. Era el marqués de Coupigny, alto, fuerte, rubio, colorado de suyo, y en aquella ocasión encendido, como si toda su cara despidiera fuego. Era Coupigny hombre de pocas palabras; pero suplía su escasez oratoria con la llama de su mirar, que era por sí una proclama.
Merchán, que regresaría por corto tiempo á su patria y que tendría que volverse á Bogotá, porque en Cuba, yankeeficada, le mirarían como mueble incómodo é inútil y no le harían caso. No le valdría la adulación con que proclama la omnipotencia de los Estados Unidos. Si quisieran apoderarse de Cuba, dice, «¿quién se opondría? ¿Inglaterra?
Palabra del Dia
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