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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Ya no quedaba funcionando en Europa ningún Casino: el de San Sebastián lo habían dedicado á convento; el de Ostende servía de laboratorio para nuevos cultivos de ostras; en todas las poblaciones de baños de mar ó de aguas medicinales, las gentes sólo se preocupaban del cuidado de su salud, y cuando querían distraerse jugaban en los paseos á la rayuela y á otros juegos de niños.

Todos los que ella había conocido hasta entonces lo tenían en abundancia, o al menos jamás se preocupaban visiblemente de su carestía. ¡Un hombre sin dinero!... Le parecía inaudita esta revelación, y miró a Ojeda como si acabase de descubrir en él nuevos encantos y perfecciones. Ella tenía dinero para los dos. Ignoraba cuánto: tal vez mil quinientos marcos.

Se familiarizó con su jerga, adquirió amistades vergonzosas, aprendió a beber y a jugar, pero no cayó nunca en el vicio del robo; en medio de la crápula, supo mantenerse honrado, porque él no era malo, sino haragán. Sus largas ausencias no preocupaban a nadie; eran eclipses parciales, en que desaparecía por encanto y reaparecía por milagro, más sucio, más andrajoso y más hambriento que antes.

Una noche, á la hora de la cena, no pudo contenerse, y habló con la vehemencia febril del que ha hecho un gran descubrimiento: Papá: Karl es noble. Pertenece á una gran familia. El estanciero hizo un gesto de indiferencia. Otras cosas le preocupaban en aquellos días.

No por esto le asustó su condición de soldado raso mientras sirvió de asistente a su coronel. El cómo y el cuándo no preocupaban a Simón gran cosa. Gustábale mucho viajar de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad; y viendo aquí y escuchando allá, fue familiarizándose con ciertas cosas y acontecimientos, pero sin enamorarse de ellos.

Mentía cuando quería deslumbrar al auditorio, pero podía ser exacto, asombrosamente exacto si se le antojaba. «A hechos, datos, números decía ; lo demás... filosofía alemana». En arquitectura le preocupaban mucho las proporciones. Para que hubiese proporción entre la catedral y la plazuela, convendría retirar tres o cuatro metros la catedral. Y él lo hubiera propuesto de buen grado.

Allí estaba en pie un indio vestido con el traje de su tribu; pero los hombres de piel cobriza no eran visitas tan raras en las colonias inglesas, que la presencia de uno pudiera atraer la atención de Ester en aquellas circunstancias, y mucho menos distraerla de las ideas que preocupaban su espíritu.

Transcurrieron los días, y el capitán olvidó definitivamente este encuentro. Otros asuntos más reales é inmediatos le preocupaban. Su buque estaba listo; iban á enviarle á Inglaterra para cargar municiones destinadas al ejército de Oriente. La mañana de su partida bajó á tierra sin deseos de llegar al centro de la ciudad.

Una de las cuestiones que más preocupaban al dueño fué la manera de armonizar lo mejor posible el patriotismo y el negocio, las sesiones del club y las visitas de los parroquianos. Dirigió conciliadoras amonestaciones para que no hicieran ruido pero esto parece que fué interpretado como un primer conato de servilismo, y aumentó el ruido, y se fueron los parroquianos.

Sólo que Dios tiene mucho que hacer, para perder el tiempo en castigar a los pícaros... Lo cierto es que estas cosas les preocupaban. Y más que todo, la conducta incalificable del niño de la casa, de Quilito, en aquellos días de junio.

Palabra del Dia

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