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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Dicen que fué holgazán, errátil e ilusorio, que dejaba secar la tinta en su escritorio. Lo quiso saber todo y al fin nada ha sabido. Y una noche de invierno, cansado de la vida, dejó escapar el alma de la carne podrida y se fué preguntando: ¿Para qué habré venido? Dijeron que se había ahorcado en una hora de locura. Pero este epitafio rimado demuestra lo contrario.
De esto precisamente se había llegado a tratar en la salona, cuando se abrió la puerta cerrada antes por el Cura y apareció éste con sobrepelliz y estola preguntando por el monaguillo que había venido con él y debía de andar por la cocina.
En las primeras horas de la noche, cuando Feli estaba sola, el señor Vicente entraba un instante en la habitación de sus huéspedes. Como la joven tenía que darle algunos recados, el devoto decidíase a pasar la puerta. Durante sus ausencias presentábanse algunos amigos preguntando por él.
D.ª Eloisa volvió a insistir, preguntando con acento cariñoso: Entonces, ¿cuál es la razón de su retraimiento, pícaro? Señora, comprendo que a D. Miguel no le gusta mucho que salga de noche; pero la principal razón es que la mayor parte de los días estoy rendido... ¡Como me levanto a las cuatro de la madrugada!... Otras veces necesito rezar un poco...
Natural es que le sucediese lo que suelen experimentar todos los que tienen por costumbre penetrar el fondo de las cosas, que aun cuando han dejado la meditacion en que estaban embebidos, se les ocurre con frecuencia el punto en cuestion, como si viniese á llamar a la puerta, preguntando si le toca otra vez el turno.
La conversación iba a tomar un sesgo demasiado frívolo, y Miguel lo cambió preguntando con interés: ¿Y VV. qué tal se encuentran en Madrid, mamá? A mí me sienta bien este clima... a Julia no tanto. ¡Pobrecilla!... acostumbrada al calor de Sevilla, el frío de este pueblo no le hará mucho provecho seguramente.
Díjome que, en efecto, á principios de la noche había estado en las cocinas un hidalgo preguntando por su tío, y que le habían encaminado á casa de vuecencia, donde se encontraba el cocinero mayor. ¿Volveríais á mi casa? Volví. ¿Preguntaríais á la servidumbre? Pregunté. ¿Y qué averiguásteis?
Aunque tuvo deseos de salir para esparcir su mal humor y refrescar la cabeza, no lo hizo retenido por una vaga esperanza, que no tardó mucho en cuajarse. Á eso de las doce apareció un hombre en la puerta preguntando por él, con una carta en la mano. Por su semblante fruncido pasó una imperceptible ráfaga de satisfacción. ¡Al fin!
Se entretenía en seguir con los ojos las espirales del humo de su cigarrillo; pero al ver que un invitado acababa de sentarse cerca de él, creyó necesario sonreirle, preguntando á continuación: ¿Se aburre usted mucho?... El español le miró fijamente antes de responder: ¿Y usted?...
Pregunté la razon de aquella pacífica aglomeracion de hombres que tenian el aire de campesinos, y me dijeron que acababa de tener lugar un juicio de aguas. La frase me picó mas la curiosidad y seguí preguntando.
Palabra del Dia
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