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Actualizado: 1 de mayo de 2025
La prueba está en que las has visto muchas veces, sin decirla a la pobre una palabra. Vamos, muchacha, no digas tonterías. ¿Es que habéis bebido esta tarde?... Tú eres un orgulloso, Isidro continuó la máscara, hablando con precipitación, como si temiese que lo faltara el ánimo antes de acabar ; tú eres un fatuo, que, admirado de tu importancia, no te fijas en nadie.
Los proyectiles sacaban de sus fosas á los muertos enterrados la víspera. Los que no habían caído siguieron tirando por las aberturas del muro. Luego se levantaron con precipitación.
Cuando, terminado todo, salió el P. Jacinto de casa de Doña Blanca, se apresuró á ir á ver al Comendador, quien le aguardaba impaciente, no habiéndole visto al llegar de Villabermeja, porque el fraile había adelantado más de una hora su venida á la ciudad. Excusándose de esto y de su precipitación en dar pasos sin consultar al Comendador, el P. Jacinto le relató cuanto había pasado.
Al ver que los dos amorosos, terminando su almuerzo á toda prisa, se levantaban con ruborosa precipitación, como si les pinchase un repentino deseo, su mirada fué tierna y fraternal... ¡Adiós, compañeros! La voz de la viuda le trajo á la realidad. Ulises, hábleme de amor... Aún no me ha dicho en todo el día que me ama.
¡Y si ella lo quisiera!... ¿Lo querría? Nébel, para dilucidarlo, confiaba mucho más que en el ramo de su pecho, en la precipitación aturdida con que la joven había buscado algo para darle. Evocaba claramente el brillo de sus ojos cuando lo vió llegar corriendo, la inquieta espectativa con que lo esperó, y en otro orden, la morbidez del joven pecho, al tenderle el ramo. ¡Y ahora, concluído!
Me despedí con gran precipitación de doña Flora, dejándola en poder de los guacamayos, y me alejé de allí; pero en vez de correr hacia la calle de la Verónica, mi curiosidad, mi pasión y un afán invencible me impulsaron hacia la plaza de San Felipe, olvidando a Amaranta y a doña Flora, fija el alma y la vida toda en las tres muchachas, en D. Paco, en lord Gray, en las Cortes, en los diputados y en la discusión sobre señoríos jurisdiccionales.
Era Gallardo, que salía con precipitación de su cuarto, sin más que unos pantalones y un chaquetón, puestos a toda prisa sobre sus ropas interiores. Pasó corriendo ante el banderillero, con la ciega vehemencia de su carácter impulsivo, y se echó escalera abajo, más bien que descendió, seguido del Nacional. En la entrada del cortijo desmontábase el jinete.
Quiero cumplir su voluntad con el mismo afán que si fuese la de Dios... Sí, sí, huyamos... Ella lo manda... Se alzó de la silla vivamente, y dió algunos paseos rápidos por la sala. Después arrastró desde su cuarto un baúl-maleta, y se puso á introducir en él ropa que sacaba con precipitación del armario.
Después de andar inútilmente bastante tiempo, y ya bien mediada la tarde, echamos un rebaño de nueve corzos. Ni ella ni yo, por haber disparado con precipitación, conseguimos tocar á ninguno. El conde esperó con calma que estuviesen cerca y dejó dos muertos de dos disparos. La impasibilidad con que este hombre lo ejecuta todo es para sorprender á cualquiera.
Y mientras el cochero corría a un ventorro inmediato, Luis intentó tranquilizar a su mujer. Vamos, Ernestina, serenidad. No es para tanto. Esto es ridículo. Pareces una niña. Pero ella aún gemía cuando llegó el cochero con una botella llena de agua. En la precipitación había olvidado el vaso. No importa, bebe. Ernestina cogió la botella y se levantó el velillo. Ahora la veía bien su marido.
Palabra del Dia
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