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Actualizado: 12 de julio de 2025
Hablando de tan ilustre virrey, dice Lorente: «Oía a todos en audiencias públicas y secretas, sin tener horas reservadas ni porteros que impidieran hablarle, y daba por sí mismo decretos y órdenes, con admiración de los limeños, que ponderaban no haber observado actividad igual en el trabajo, ni forma semejante de administración en ninguno de los virreyes anteriores.
11 Y serán ministros en mi Santuario, porteros a las puertas de la Casa, y sirvientes en la Casa; ellos matarán el holocausto y la víctima al pueblo, y ellos estarán delante de ellos para servirles. 13 No se acercarán a mí para servirme como sacerdotes, ni se llegarán a ninguna de mis santificaciones; a mis cosas santísimas; sino que llevarán su vergüenza, y sus abominaciones que hicieron.
7 Los hijos de Semaías: Otni, Rafael, Obed, Elzabad, y sus hermanos, hombres esforzados; asimismo Eliú, y Samaquías. 9 Y los hijos de Meselemías y sus hermanos, dieciocho hombres valientes. 12 De estos se hizo la distribución de los porteros, por los principales de los varones de la guardia contra sus hermanos [de dos en dos], para ministrar en la Casa del SE
Fagan grand llanto los sus contadores: Con ellos consistan los sus tesoreros, Porteros é guardas, é sus despenseros. Con estos reclamen sus recabdadores, Maestres de sala i aposentadores: E otrosi lloren los sus camareros: Tambien eso mismo los sus reposteros Destrados de plata, é sus tañedores.
Las otras cuatro se cierran diversamente, dos hácia oriente, y otras dos hácia poniente. Y así era menester estuvieran dos otros porteros allí encerrados para abrir.
28 Y el resto del pueblo, los sacerdotes, levitas, porteros y cantores, netineos, y todos los que se habían apartado de los pueblos de las tierras a la ley de Dios, sus mujeres, sus hijos hijas, y todo sabio y entendido.
Fijábase únicamente en las distinciones con que se le honraba en aquella alta región. El ministro le pasaba la mano por el lomo; le llamaba «mi excelente don Simón», y hasta le daba un cigarro o se le pedía; y los porteros del Ministerio, esos proverbiales cancerberos, bruscos y desabridos hasta la ferocidad con todo simple mortal, con él se descoyuntaban a reverencias y cortesías.
Algunas semanas más tarde, este hecho era ya conocido por los porteros de todo el barrio, por los solicitantes que acudían a la oficina, hasta por el agente de policía de servicio en la esquina de la calle. Las señoritas mecanógrafas de las secciones vecinas se asomaban un instante a la puerta para ver al hombre original a quien le gustaban las negras.
No podía consentir que Herr Desnoyers, pariente de un von Hartrott al que recordaba vagamente haber visto en la corte , viviese en la habitación de los porteros. Debía ocupar su dormitorio, aquella cama solemne como un catafalco, con penachos y columnas, que había tenido el honor de servir horas antes á un ilustre general del Imperio. Yo prefiero dormir aquí.
Los ordenanzas y porteros no lo conocían, y por lo que pude notar lo miraban con desprecio, llegando uno, que abrigaba rivalidades mayordomescas, a decirme con socarronería: ¡Es un amigo del hombre de confianza del ministro!... ¡Persona muy bien relacionada, como usted lo ve!
Palabra del Dia
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