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Actualizado: 5 de junio de 2025
A poco de abrir mi padre la zapatería, la de Belarmino se hundió. Un usurero apellidado Bellido se lo embargó todo, dejándole en la calle con su mujer y su hija. Le recogieron unos frailes dominicos, que tenían residencia en el palacio de los señores de Neira, marqueses ya de San Madrigal, y le habilitaron en la portería del palacio un zaquizamí, en donde trabajaba de zapatero remendón.
En uno de los altares de su iglesia se veneraba la imágen de Nuestra Señora de la Esperanza hallada entre las ruinas del famoso y antiguo monasterio Armilatense. El arco de la portería de este convento estaba sostenido por dos columnas de jaspe blanco que segun tradicion fueron sacadas de las mismas ruinas. Y siguen otros de no poca importancia fundados en los siglos XVI y XVII.
Quevedo salió y se encaminó á casa del duque de Lerma, en cuya portería escribió la carta en tres renglones que le abrió paso hasta el despacho del duque. Recibióle Lerma afablemente y le mostró la carta que acababa de leer. Explicadme esto, don Francisco le dijo. La explicación está en estos sangrientos papeles dijo Quevedo entregando al duque los que llevaba en la mano.
Aquí es, y ¡no hay portería! dijo al torcer la esquina de la calle de la Pasión, entrando en seguida en el portal empedrado con cantos, y cuyas paredes estaban llenas de monigotes pintados con carbón por los chicos. ¿Qué ha de haber, señorita? en el patio nos darán razón. Adelantose el aya, siguiola Paz y penetraron ambas en el patio, que era de los que tienen corredores con puertas numeradas.
Una mañana, el lego de la portería avistó al alegre padre Loriot, trepando por el camino ingente del Purgo, con su mochila al hombro y una criatura en los brazos; la había encontrado abandonada, desnudita, muriéndose a la orilla desolada de un camino.
Con este género de vida, sucedió lo que debía suceder. Su tutor pues era huérfano le anunció un día, en son fatídico, que todo aquel caminito de rosas lo llevaban directamente y en tren expres á la portería de San Bernardino, santo respetable en el almanaque, pero que, inscrito al frente del establecimiento á que se alude, es capaz de dar un calambre á una pieza de molave.
Se indignó el mendigo ante esta concurrencia. ¡Largo de allí! ¿No tenían bastante con lo que robaban, vendiendo retratos y rosarios?... Y él fué quien guió al médico, por un ancho corredor que conducía á un patio descubierto. Allí estaba la portería.
Enviáronle pajes, familiares y servidores, y como el padre Aliaga no quería ser espiado, y temía que para sólo eso se le hubiese nombrado inquisidor general, despidió aquella servidumbre. Enviaron algunos alguaciles, para que sin pasar de la portería del convento estuvieran á la disposición de su señoría el señor inquisidor general, y se deshizo también de los alguaciles.
Desapareció el diplomático, llevado por su miedo, y al punto entré en la portería del convento con febril alegría, y di fuertes porrazos en el torno. Una voz regañona me contestó. Deo gratias dije . Vengo de parte de mi ama, la Sra. Marquesa de Leiva, a traer un recado a la Srta. Inés.
Veía a la siñá Antonia, la madre de la costurera, tal como era quince años antes, cuando Micaela iba de visita a su portería para charlar como antiguas amigas.
Palabra del Dia
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