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Actualizado: 13 de junio de 2025


El resto de la Guardia atacó á flechazos á los insurrectos tenaces que no querían huir, y Ra-Ra, con muchos de sus oficiales, cayó prisionero. Hoy lo juzgan, gentleman, y es seguro que lo condenarán á muerte. Sólo usted puede salvarlo. No desoiga mi ruego. Gillespie quedó mirando á Popito con una fijeza dolorosa.

No crea usted sus palabras dijo Popito con dulzura . Ra-Ra es bueno, aunque parezca amargado y cruel por las persecuciones de que se ve objeto.... Yo estoy á su lado, y cuando el amor une verdaderamente á dos seres, el hombre sólo es perverso si la mujer se lo consiente. Hubo una larga pausa. Mientras Popito hablaba, su amante, con la vista baja, parecía reflexionar.

¡Salve usted á Ra-Ra! volvió á repetir Popito, considerando, sin duda, demasiado largas las reflexiones del gigante. Este grito le hizo pensar de nuevo en el pigmeo revolucionario que era él mismo. ¿Podía dejarlo abandonado á la venganza de las mujeres?... ¿No equivalía esto á un suicidio?...

Pero Edwin se había inclinado sobre él, tomándole con sus dedos, y lo elevó hasta el mismo bolsillo donde estaba oculta Popito. Al hacer este movimiento cayeron de su pecho muchas flechas que habían quedado medio clavadas en el paño de la chaqueta.

Su detuvo el profesor para añadir con timidez, bajando aún más el tono de su voz: Por desgracia, gentleman, yo tengo cierta culpa de la frialdad con que acoge Popito los sabios consejos de su padre. Esta muchacha ama á un hombre, y yo, sin darme cuenta, hice que los dos se conociesen.

Yo temo, gentleman, que á estas horas la policía esté enterada de que, efectivamente, el tal hombre era Ra-Ra y que, protegido por usted, entró en nuestro palacio para ver á Popito.... ¡Usted, gentleman, mezclándose en cosas políticas de nuestro país y apoyando de una manera tan descarada á un propagandista del «varonismo», enemigo de la tranquilidad del Estado!

La educación de Popito le entretuvo durante los años de su infancia y su adolescencia. Pero ahora Popito es una mujer completa, un doctor de gran porvenir, y si el Padre de los Maestros puede darle órdenes como jefe en los asuntos universitarios, no le puede imponer su voluntad dentro de la familia.

Su vestidura estaba compuesta de túnica y velo, como la de todos los hombres que no eran esclavos. Gillespie pensó inmediatamente que tal vez era Ra-Ra ó Popito, aunque sin decidirse por ninguno de los dos, pues se sentía desorientado por la inversión de sus trajes.

Pero se notaba en su mutismo algo que hacía recordar la doctrina de Popito acerca de la armonía entre los dos sexos. Se sucedían con rapidez las noticias de Balmuff. Las transmisiones aéreas hacían vibrar el espacio incesantemente, y cada media hora descendía una máquina voladora sobre el palacio del gobierno, viniendo de los últimos confines del mundo conocido.

Esto último no podía tolerarlo Edwin Gillespie. ¿Morir usted, miss Margaret ... digo Popito? Únicamente podría ocurrir una cosa tan absurda después que él hubiese muerto. ¡Sálvelo usted! insistió la joven . Llévenos lejos de aquí. Este es un país donde no queda sitio para nosotros. De la misma opinión era el gigante. Volvió á mirar en torno de él, y vió la playa desierta.

Palabra del Dia

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