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Actualizado: 13 de junio de 2025
Sentados en el lomo del libro de poesías traído por Flimnap, y que hacía ahora oficio de banco, vió á Popito y á Ra-Ra. Los dos amantes conversaban con las manos unidas y mirándose á corta distancia. No se molesten ustedes dijo el gigante . Continúen.
Se imaginó que todo lo que llevaba visto en sueños no era mas que una preparación para llegar á la muerte de Popito y que esta muerte debía considerarla como un aviso de las potencias misteriosas que rigen el curso de la vida humana. Miss Margaret ha muerto, estoy seguro de ello se dijo el joven.
A primeras horas de la mañana había tenido una conversación violenta con Popito, la cual negó haber visto á Ra-Ra en la parte alta del palacio universitario. Luego el influyente personaje abandonó su cama, y estaba ahora en la presidencia del Consejo Ejecutivo, recomendando sin duda la persecución del revolucionario masculista.
Experimentó Gillespie una sorpresa que no por haberse repetido muchas veces resultaba menos intensa. «¡Miss Margaret Haynes!...» Luego tuvo que pensar, como siempre, que miss Margaret, aunque pequeña, grácil y delicada, no era tan diminuta, y que esta beldad pigmea sólo podía ser Popito.
Pero Popito ha resultado completamente distinta á las ilusiones de su padre. Debe tener un alma igual á la de aquel aventurero enamoradizo y caprichoso que abandonó al más alto de nuestros sabios para irse con una cómica. Es de las pobres mujeres que consideran necesarios para su vida el hombre y el amor.
Aquí Gurdilo se lanzó rencorosamente contra Momaren, describiéndolo sin dar su nombre, relatando sus desgracias domésticas, su lucha con Popito, su odio contra el gigante, por creerle cómplice de Ra-Ra. Hasta los senadores más amigos del Padre de los Maestros rieron francamente cuando el senador fué relatando, con una cómica exageración, todo lo ocurrido en la tertulia literaria.
Le suplico, miss Margaret dijo Edwin , que calle un momento y me deje pensar. Al oirse llamar así, creyó Popito que verdaderamente sus lamentos distraían al gigante, y permaneció silenciosa. Por un fenómeno mental debido á la influencia irresistible de su egoísmo, Gillespie empezó á pensar, contra su voluntad, en el antiguo traductor convertido en guerrero.
Un compañero de Universidad le hizo saber que el gobierno enviaría un mensaje al Senado, al principio de la sesión, pidiendo permiso para matar al coloso inmediatamente. Otro profesor que era verdaderamente amigo suyo le detuvo para comunicarle algo referente á la vida íntima universitaria. Popito había desaparecido, sin que el Padre de los Maestros encontrase el más leve rastro de su paradero.
Sus servidores le gritaban de vez en cuando una palabra en el idioma del país, que él no podía entender. Le dió, sin embargo, dos significados semejantes, y estaba casi seguro de no equivocarse. Aquellos hombres querían decir «guerra» ó «revolución». Indudablemente había surgido el movimiento insurreccional que venía preparando Ra-Ra. ¿Qué sería de Popito?...
Tropezó la joven con los almohadillados carnosos de su palma, y al mismo tiempo una voz enorme que se esforzaba por ser dulce llegó á sus oídos desde lo alto: -Doctor Popito, puede usted volver cuando quiera: el Hombre-Montaña la invita. Si Momaren es el Padre de los Maestros, yo deseo ser el Padre de los Enamorados.
Palabra del Dia
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