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Glorioso emperador de la bohemia, del gesto amplio y magnífico como Hugo, ciego como Milton, altivo y suntuario como un dios, con la cabeza en las nubes y el corazón en la hoguera del amor y del dolor de la Humanidad. En Alejandro Sawa la capa bohemia era manto pluvial, capa pontifical, manto de púrpura, clámide y aureola. Alejandro fué la suprema consagración de la capa bohemia.

Y mas es todavía, que casi cien años despues, los hermanos Nodales, el año de 1618, en su viage al registro del estrecho de San Vicente, ó de Lemaire, estuvieron tambien, aunque de paso, en el mismo rio ó bahia, que les pareció buen puerto, como escrivieron los mismos en su relacion, y de ella lo refiere Fray Marcos de Guadalajara en la cuarta parte de la Historia Pontifical, lib. 14 cap. 1.

Por esto habían valido poco las amonestaciones de don Fermín para que Fortunato se abstuviese de adornar los balcones con jaulas pobres, pero alegres, en que saltaban y alborotaban aturdiendo al mundo, jilgueros y canarios, que en honor de la verdad, parecían locos. «Gracias que no llevo mis pájaros a la catedral para que canten el Gloria cuando celebro de Pontifical.

Yo le he visto en días de pontifical, con la mitra puesta, mirarnos a todos con tales ojos, que le faltaba muy poco para soltar el báculo y emprendernos a bofetadas. Lo que dice la tía: ¡si no bebiera...! Entonces son ciertas las murmuraciones del cabildo. Emborracharse, no señor. A cada cual lo suyo: una copita ahora y otra después, y una tercera si le visita un amigo y hay que obsequiarlo.

De igual data es un rescripto pontifical memorable por el rápido incremento que revela en las rentas de la iglesia de Córdoba, mas próspera naturalmente á medida que iba perdiendo mas tierra en la provincia la morisma.

El coro, que se llamó despues crucero en su interseccion con la nave central, solia revestirse de mármoles: separábale del presbiterio un segundo cancel, cuyas puertas custodiaban los acólitos. Una escalinata conducia al santuario ó presbiterio. Detrás del altar, á modo de corona, se sentaban en coro los presbíteros, con los obispos á la derecha, y la silla pontifical en el lugar preeminente.

Gonzalo de Illescas, hablando en su Historia Pontifical de la espulsion ordenada por los Reyes Católicos, dice: «Con esta santa y rigorosa ley salieron de Castilla pasadas de veinticuatro mil familias y casas de judíos. Vendieron todo lo que tenian; y si pasaban la mar pagaban dos ducados al rey por cabeza. Fuéronse muchos de ellos á Portugal, de donde después acá tambien los han echado.

El dia siguiente 1.º de pascua de Resurreccion 3 de abril, celebró de pontifical D. Pedro Lope de Luna, 1.er arzobispo de esta iglesia, que habia sido erigida en metrópoli el año 1318 por Juan 22. El Rey puso la corona sobre el altar, se revistió el alba, se puso la estola y manípulo, y sobre todo la dalmática real.

Al costado izquierdo de la iglesia del Espíritu Santo, mirando á poniente, se habia formado un gran retablo y altar con sus ornamentos, donde el obispo de pontifical hizo la bendicion del agua con inmersion de la santa cabeza, y despues la de los campos, formando los dos cabildos en el teatro dos alas: hecho lo cual volvió á llevarse la reliquia á la catedral y á colocársela en el altar mayor, y aquella noche fué devuelta á los comisionados, á quienes el cabildo y la ciudad dieron buenas limosnas en dinero y el prelado un rico ornamento con cáliz y patena.

Como recuerdos de un poema heroico leído en la juventud con entusiasmo, guardaba en la memoria brillantes cuadros que la ambición había pintado en su fantasía; en ellos se contemplaba oficiando de pontifical en Toledo y asistiendo en Roma a un cónclave de cardenales. Ni la tiara le pareciera demasiado ancha; todo estaba en el camino; lo importante era seguir andando.