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Y por la escalera de caracol subían y bajaban constantemente parroquianos, dando patadas que más parecían coces; y por aquella espiral venían rumores de disputa, el chasquido de las bolas de billar, y el canto del mozo que apuntaba. «Si se me permite dar una opinión dijo Feijoo, que empezaba a marearse con tanto barullo , voto con el pollo».

Buen tunante está el general, pero a no me la pega. Vamos a una tertulia y él es la primera persona a quien veo. En la mesa de tresillo, en que mamá juega, el general ha de estar siempre jugando. Salimos en coche, y no bien llegamos al Retiro, diviso al general, hecho un pollo, trotanto y haciendo corbetas en su fogoso caballo inglés.

Creo que usted sabe varias canciones románticas muy lindas y las canta admirablemente dijo el pollo del pelo por la frente, apercibido como siempre a proporcionar a la tertulia algún nuevo solaz. No, señor..., no lo crea usted... Antes cantaba alguna, pero ya se me han olvidado...

La vivaracha joven tocó una tanda de valses y llamó al pollo desconocido, nombrado Lisardo, según creo, para que le volviese las hojas. Don Alejandro, mientras tanto, paseaba a grandes trancos por el salón, con su aspecto sombrío.

¡Es el Pollo! exclamó al fin D. Pantaleón con respiración anhelante. ¡Quién puede dudarlo! repuso Moreno echando hacia atrás otra mirada de terror. Y mientras no se acercaron a las primeras casas, no cambiaron otra palabra. El pequeño pueblo de V..., contra lo que ellos imaginaban, estaba animadísimo. Los vecinos, en traje de día de fiesta, discurrían por las calles.

Si esos mismos dijo el barbero te vieran ahora con esa cara de vinagre; y te oyeran esa voz de pollo ronco, estoy para que pagarían doble por no verte ni oírte.

Yo he sido en esto poco práctico, siéndolo tanto en otras cosas; pero ya que se me olvidaron los papeles en el caso este de hacer el pollo a los sesenta y nueve años, voy a recogerlos para prevenir las malas consecuencias. Ahora es preciso que me ocupe más de ti que de . Yo, poco puedo durar...». No... ¡qué tontuna! dijo Fortunata, aquella vez más piadosa que sincera.

POLLO CON ARROZ. Se ata y albarda un pollo, se pone en una cacerola, se cubre con caldo sin desengrasar, se añade un poco de perejil y se deja cocer una hora. Se pasa el caldo, se desengrasa y cuando está hirviendo se echa el arroz bien lavado, dejándolo cocer a fuego lento durante media hora. Debe permanecer consistente; por último se le echa un poco de manteca, y se sirve.

Que tenía bastante buen sentido para comprender que los personajes con quienes vivía, no podían darme más que una imperfectísima idea del género humano, en las circunstancias comunes de la vida. Todos los domingos comía el cura en casa. La comida del domingo constaba invariablemente de un pollo o de un capón, de una ensalada, de huevos duros y de leche cuajada en verano.

ARROZ CON SALCHICHAS. Se cortan salchichas por la mitad y se fríen en manteca muy caliente, sacándolas en seguida; en la misma manteca se rehoga cebolla hasta dorarla; se agrega el arroz, agua, sal, las salchichas intercaladas y se deja hervir hasta que está a punto. ARROZ CON POLLO. Puede mirarse la fórmula de pollo con arroz.