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El pedagogo, muy encariñado con el «Catecismo Político» de Pizarro Suárez, alegaba no qué razones, en favor de la tolerancia de cultos, y oponía a los dichos de su contrario algunos de aquellos argumentos protestantes tan usados por los periódicos a fines del 56 y principios del 57.

El clima es tropical en toda la extensión de la costa, pero en el interior es fresco durante el año entero. Francisco Pizarro arribó a las costas del Perú en 1532. Según se dice, el grande imperio de los incas comprendía por aquel entonces más de la mitad del continente sudamericano.

Muchas veces, al pasar por el pardo caserón de la calle de Pizarro, donde habitaba los inviernos, hemos evocado su silueta entre la grave penumbra de los viejos salones y le hemos imaginado trazando sobre amplias cuartillas renglones cortos de musa ingenua y familiar, para convocar a sus íntimas reuniones familiares, que eran como una evocación de los tiempos pretéritos.

El prisionero mostraba lo escrito a cuantos le visitaban, y hallando que todos, excepto Pizarro, acertaban a descifrar de corrido los signos, tuvo desde ese instante en menos al jefe de la conquista, y lo consideró inferior al último de los españoles.

Lo que está para nosotros fuera de duda, como lo está para el ilustre Quintana, es que don Francisco Pizarro no supo escribir, por mucho que la opinión de sus contemporáneos no ande uniforme en este punto.

Ya en lo alto de la muralla, dejaron de mortificar al héroe, y llevado en hombros, su paseo por delante de las barracas fue un verdadero triunfo. La espada de D. Pedro quedó abandonada en el suelo. Era según antes he dicho, la espada de Francisco Pizarro. A tal estado habían venido a parar las grandezas heroicas de España. Lord Gray y yo con otros dos, nos habíamos quedado en la playa.

Francisco Pizarro, habiendo conquistado el Perú, envió a Diego de Almagro, uno de sus tenientes, hacia el sur, con un ejército, para explorar esa región y tomar posesión de ella en el nombre del rey de España.

Ahora, cuanto a las perrerías esas que ha vomitado usted contra la Santa Madre Iglesia, vamos al grano, señor y amigo mío: no sabe usted lo que se dice. ¡Ya se ve! Toda su ciencia de usted está en el Catecismo de Nicolás Pizarro. Vamos, joven: beba usted en fuentes más limpias, y no hable por ahora de cosas que no entiende. ¡Y aquí paz, y después gloria! Y ¡adiós, amigos!

El testamento cita los libros añadió Ojeda . Un tratado en verso sobre la venganza de la muerte de Agamenón, otro tratado de las Querellas de la Paz, la filosofía moral de Aristóteles y las obras de Erasmo, el autor de moda en aquel entonces... Esto prueba que los conquistadores no fueron brutos heroicos, incapaces de escribir su nombre, como se ha creído después, equiparándolos a todos con el duro e iletrado Pizarro.

La ancha y reluciente estela del vapor me hizo meditar en la historia de la ciencia y del heroismo, y evoqué con recogimiento y veneracion la memoria de Vasco de Gama, de Colon, de Balboa, de Magallanes, de Cortés, de Pizarro, de Lapérouse y de Cook, cuya fe y abnegacion han hecho avanzar el mundo en la carrera perdurable de la civilizacion!