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Actualizado: 8 de noviembre de 2025
Pensaba con envidia que allí dentro, en las mazmorras lóbregas y húmedas, se estaría muy bien, rodeado de absoluto silencio, lejos del mundo, sin pesares que turban la existencia.
»También se decía hacer soledad una persona o cosa, en equivalencia de apesadumbrar por su ausencia o falta. »¿Se usa aún hoy en tal acepción la palabra soledad? En España no recuerdo haberla oído; pero en Colombia todavía llaman soledades a los pesares amorosos causados por la ausencia. También decían, a secas, teñido, o teñida, de polvo.
Cuando el viajero hubo mirado largamente el lindo paisaje, que ya se perdía en lontananza, dejose caer, como hombre fatigado, en la esquina, y sus brazos exhaustos pendieron a ambos lados de su cuerpo, mientras se le escapaba del pecho leve suspiro, que más que a pesares sonaba a cansancio.
Sí, ya sé que nos separa un secreto terrible; un secreto, me has dicho, que da la muerte... pero ahora me lo debes decir; gracias al Cielo, ya puedo escucharlo... ¡Que todos tus pesares sean los míos, que tu alma me pertenezca por entero, y los últimos instantes de mi vida serán dichosos!
Puesto que es verdad que, desde el comienzo de este corto tránsito de la vida, todo lo que vemos a nuestro alrededor no nos deja más que pesares, dichoso el sabio que se envuelve en su manto, se abandona en su esquife y se aleja sin volver los ojos a la orilla. Pero carezco de este difícil valor.
Además, como se preparaba para larga peregrinación, aunque sin saber adonde, y como a pesar de que pensaba a menudo en el suicidio no pensó en que fuese por hambre, ya que en medio de sus mayores pesares y quebrantos nunca había perdido el apetito, tomó sus alforjas, colocó en ellas alguna ropa blanca y los víveres que pudo hallar, se las echó al hombro y se puso en camino, a paso redoblado, casi corriendo, como si enemigos invisibles le persiguieran.
»Echaba usted de menos una compañera con quien compartir el arrobamiento que le produce la contemplación de los magníficos espectáculos que la Naturaleza le ofrece a cada instante... ¿No me es a mí más necesario un amigo que confunda sus lágrimas con las mías? Yo tengo, sí, ese amigo; pero me separan de él la distancia y sus propios pesares, que lo alejan de mí más que la distancia...
Pero tía Nisca, de imaginación más activa que su marido, examinaba interiormente el cuadro de sus pesares, ¡y no le faltaban causas con que justificar toda la amargura de los dolores que sentía!
Pensó entonces en algún amigo con quien comunicar sus pesares y que le diese algún buen consejo, y los pies le guiaron a casa de Miguel Rivera. Aunque le llevase éste bastantes años y tuviese un carácter burlón y agresivo que a menudo pinchaba a los que se le acercaban, Mario sentía hacia él irresistible inclinación: debajo de aquella cáscara amarga adivinaba un corazón dulce y generoso.
Su presencia será la de un ángel que por permisión divina habita en la tierra. »Ten aún un poco de paciencia y cosecharás lo que sembraste, y tus privaciones te valdrán cuantiosas riquezas, y tus pesares se convertirán en inefables alegrías.
Palabra del Dia
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