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Actualizado: 18 de julio de 2025


Por lo tanto Perla, aunque solo contaba tres años de edad, podría haber sufrido con buen éxito un examen en algunas materias religiosas; pero la perversidad más ó menos común á todos los niños, y de la cual la chicuela tenía una buena dosis, se apoderó de ella en el momento más inoportuno, y la hizo cerrar los labios ó proferir palabras que no venían al caso.

Me odia, me detesta, y yo le amo.... Ya usted ha visto cómo me trata.... ¡Y todas las gentes me envidian, y todos dicen que soy la más feliz de las mujeres!... ¿Feliz? Debe usted perdonar a Pepillo.... Le perdono... pero no puedo permitir que sea así.... La perversidad de ese niño crece de día en día.... ¡Por fortuna no vivirá mucho!... No le deseo la muerte, no. ¡Dios me libre de ello!

«Egregias damas: señores sietemesinos: Tengo la vergüenza de confesar a ustedes que la mayor parte de los domingos y fiestas de guardar me paso la tarde dando vueltas en el paseo de Recoletos lo mismo que un mancebo de la Dalia azul. Me quedo, por tanto, en Recoletos sin motivo alguno que pueda justificarme, por pura perversidad, lo cual revela mi depravada índole.

Y rompió a reír de nuevo con aquella franqueza insolente que a Fortunata le agradaba, cosa extraña, despertando en su alma instintos de dulce perversidad. «Nada, yo no me caso, que no me caso, ¡ea! declaró la novia levantándose y dando pasos de aquí para allí, cual si moviéndose quisiera infundirse la energía que le faltaba».

Para conservar en sociedad este original la prepotencia a que lo habituaron en familia, decidió buscar una actitud, un algo que lo distinguiera de los demás mortales, y a falta de otros méritos, nada encontró mejor que admirar o, más bien, según su lenguaje, espantar a sus contemporáneos, haciendo los más cínicos alardes de la más necia perversidad.

¿Y qué soy ahora? preguntó el anciano, mirándola fijamente al rostro, y dejando que toda la perversidad de su alma se retratase en la fisonomía. ¿Qué soy yo ahora? Ya te he dicho lo que soy: un enemigo implacable: un demonio en forma humana. ¿Quién me ha hecho así? Yo he sido, exclamó Ester estremeciéndose. Yo he sido, tanto ó más que él. ¿Por qué no te has vengado en ?

Mientras le esperaba, la pecadora volvió a ver el espectro aquel de su perversidad; pero entonces le vio más claro, y no pudo tan fácilmente hacerle huir de su espíritu. «Me han engañado pensaba , me han llevado al casorio, como llevan una res al matadero, y cuando quise recordar, ya estaba degollada... ¿Qué culpa tengo yo?». La casa estaba a oscuras y encendió luz.

El sabía hacerlo valer en la conversación ofreciéndose a los ojos de sus conocidos como un ejemplo vivo de amor paternal y contraste notable frente a la perversidad de su antigua querida. Poco más tarde se casó en Madrid. Fué su esposa la hija de un comerciante en camas de hierro y colchones metálicos de la calle Mayor.

Mientras tanto, por espíritu de prudencia y de venganza, por entretener su ocio de hermosa sin empleo, por una especulación de interés y de perversidad, se divertía en desplumar al señor de La Tour de Embleuse. Encontraba gracioso despojarle del millón que le había dado, sin perjuicio de devolvérselo a la muerte de su hija. Era una especie de desquite que se adjudicaba en caso de desgracia.

Tristán de Horla, continuó éste, en los dos meses de vuestro noviciado habéis dado pruebas evidentes de perversidad y de que por ningún concepto merecéis vestir el blanco hábito símbolo de un espíritu sin mancha.

Palabra del Dia

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