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Actualizado: 12 de mayo de 2025
El señor de Maurescamp tenía ante sí una espada invisible e infatigable. No la sentía, puede decirse, sino cuando tocaba su pecho. En resumen, recibió en aquel asalto cinco o seis botonazos y no dio ninguno. El amor propio muy irritable del señor de Maurescamp no le permitió declarar su inferioridad decisiva. Convino solamente en que aquel día no estaba en juego.
Me pedía autorización para traducir LA BARRACA, explicando la casualidad que le permitió conocer mi novela. Un día de fiesta había ido de Bayona á San Sebastián, y aburrido, mientras llegaba la hora de regresar á Francia, entró en una librería para adquirir un volumen cualquiera y leerlo sentado en la terraza de un café.
Tengo que confesar que abrevié la existencia oficial de más de uno de estos venerables servidores de la República. Á petición mía, se les permitió que descansaran de sus arduas labores; y poco después, como si el único objeto de su vida hubiera sido su celo por el servicio del país, pasaron á un mundo mejor.
Fue una injusticia que el miedo social se permitió con un ser peligroso. El juez le abofeteó durante un interrogatorio, y Salvatierra, que de joven se había batido en las insurrecciones del período revolucionario, limitose, con una serenidad evangélica, a pedir que pusieran en observación al violento juez, pues debía sufrir una enfermedad mental.
Se abrieron de golpe las persianas, lo que me permitió ver a Ruperto Henzar que, de espaldas a la ventana y tendiéndose a fondo, exclamó: ¡Para ti, Juan! ¡Y ahora te toca el turno, Miguel! ¡Acércate! Es decir, que Juan estaba allí, que había acudido probablemente en auxilio del Duque. Y en tal caso, ¿cómo había de abrir a tiempo la puerta del castillo?
Diciendo aquesto, estaban muy metidos En un atolladar y gran pantano: Garay no permitió fuesen heridos, Que mas de uno probar quiso la mano. Causaban gran dolor los doloridos, Que mugeres é hijos por el llano Sin órden, á gran priesa, iban huyendo, So tierra lo que tienen abscondiendo.
Durante la convalecencia de aquel ataque, no permitió que Fortunata fuese a verle. Le escribía algunas cartitas, reiterándole sus consejos y dándole otros nuevos para el día ya próximo en que la reconciliación debía efectuarse. Al propio tiempo se ocupaba en la revisión de su testamento y en tomar varias disposiciones benéficas que algunas personas habían de agradecerle mucho.
En tanto, el joven observaba que tenía demudado el semblante, cerrados los ojos, flojos y caídos los brazos; hizo un esfuerzo heroico, la cogió en sus brazos y la subió. La cabeza de la enferma descansó sobre sus hombros, y Lázaro notó que el contacto de su frente le quemaba el cuello. Tiene mucha fiebre dijo depositándola en el pasillo, porque Paz no le permitió que llegara á la alcoba.
Era un caballero alto, fornido, de unos cuarenta años de edad, la tez morena, los ojos negros, los cabellos crespos y comenzando a blanquear; fisonomía abierta y simpática. Vestía traje de casa, chaqueta obscura y gorra de cazador. ¡Bis, bis...! ¡menino...! ¡pobrecito, pobrecito! El gato permitió al fin que se le acercase y le dirigió una mirada triste y medrosa.
El número de monjas obligadas crecía hasta tal punto, que ciertas casas faltas de recursos tuvieron que recurrir a la bondad real para obtener algunas larguezas. Luis XIV permitió a algunas comunidades aceptar dotes a condición de que se dedicasen a la instrucción profesional de las hijas del pueblo.
Palabra del Dia
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