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Actualizado: 15 de junio de 2025
Tan luego como supo el domicilio de ellas se constituyó en asiduo paseante de la calle y comenzó a espiar los balcones de la casa con el celo y la insistencia del más rendido galán; pero los balcones permanecían herméticamente cerrados como los de un convento; por más que hizo nunca logró ver a Julia.
Y notando después que Currito, que no tiene otro oficio que el de paseante, se hallaba entre el concurso, se dirigió a él con estas palabras: Mira, arrastrado; mira al teólogo ahora, y, en vez de burlarte, quédate patitieso de asombro. En efecto, Currito estaba con la boca abierta, inmóvil, verdaderamente asombrado. Mi triunfo fue grande y solemne, aunque impropio de mi carácter.
Si llegaba tarde, no le guardaban ni un mendrugo, y tenía que volverse a la calle lo mismo que había venido. Era paseante nocturno en la Alameda de Hércules con otros muchachos de ojos viciosos, mezcla confusa de aprendices de criminal y de torero.
Encontráronse en la puerta de San Jaime con un tercer paseante, el cual, recién llegado del Oriente, les relató de un modo tan interesante la vida que había llevado en el Cairo y en Constantinopla, que en tan amena conversación pasó una hora o quizá más.
Así estuvo mucho tiempo, frente al Océano, que titilaba bajo el resplandor del sol, gozando de la sombra de la cubierta, incorporándose y llevando una mano a su gorra cada vez que aparecía un nuevo paseante. Todos eran hombres y caminaban apresuradamente, dando la vuelta al castillo central, con la preocupación de combatir el engruesamiento de la vida sedentaria.
El paseante del bosque que no era otro que Robillotti cuando supo qué clase de pájaro era su acompañante, cantó de plano. Dijo que este era el novio de su hija, y que hacía seis días que la había pedido en matrimonio, declarándole que no podía casarse hasta no realizar un negocio que tenía entre manos.
Don Juan rumiaba, moviendo sus desdentadas encías a derecha e izquierda como una cabra vieja, y sus ojillos alegrábanse al ver comer a la familia, y especialmente a Juanito. Podían decir lo que quisieran ciertas gentes; pero él, don Juan Fora, propietario y paseante perpetuo, sostenía que nada hay como la cocina casera y el comer en familia. ¡Vaya un modo de tragar, hijos míos!
No se atrevía a aproximarse a la paseante blanca, cuando de pronto un niño entró corriendo en la avenida y se perdió entre los árboles, como un conejo asustado que atraviesa un sendero del bosque. Reconoció en aquel niño a su hijo y recobró su audacia. ¿Qué es lo que temo? pensó . Nadie tiene derecho a echarme de aquí. Que esa mujer viva o que haya muerto, soy madre y vengo a ver a mi hijo.
El novelista ó el dramaturgo no enseña más que el paseante ó el tertuliano. La buena educación y el decoro se les presuponen. Sólo hay una diferencia: que el que escribe suele en todos tiempos usar de mayor libertad de lenguaje que el que va de visita.
Sonaban penosos ronquidos, respiraciones jadeantes, cortando con su estertor animal el augusto silencio de la tarde. Parecía recogerse el mar, adormecido igualmente, sin otro rumor que el del roce de sus espumas en los flancos del navío. Un crujir de pasos sobre la madera hacía entreabrir algunos ojos, que tornaban a cerrarse apenas se alejaba el paseante importuno.
Palabra del Dia
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