Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 21 de noviembre de 2025


El interior del buque presentaba el triste espectáculo del principio de un viaje marítimo. Los pasajeros amontonados luchaban con las fatigas del mareo. Veíanse mujeres en extrañas actitudes, desordenados los cabellos, ajados los camisolines, chafados los sombreros.

La primera cuenta que acepta en secreto las pretensiones del príncipe de Ursino, y la segunda describe con fuego la pasión que le inspiró el hermano de Porcia, Don Alvaro, correspondida por él con igual vehemencia. Pero Don Alvaro se había embarcado después, recibiéndose á poco la noticia de haber naufragado el buque que lo llevaba, pereciendo todos los pasajeros.

En el imperial van veinte pasajeros, otros veinte en el interior, dos conductores en el pescante, y uno en la escalera de caracol con que termina el ómnibus, por donde se sube al imperial.

Las falúas al resbalar sobre la espalda turgente de las olas subían y bajaban con movimiento blando y perezoso, que agradó en un principio a los pasajeros.

Puesto, pues, don Quijote en mitad del camino -como os he dicho-, hirió el aire con semejantes palabras: ¡Oh vosotros, pasajeros y viandantes, caballeros, escuderos, gente de a pie y de a caballo que por este camino pasáis, o habéis de pasar en estos dos días siguientes!

El comandante pide á Dios que mantenga la paz entre Alemania y Francia y espera que cada vez serán más amigos los dos pueblos. Otro orador se levantó en la misma mesa que ocupaba el marino. Era el más respetado de los pasajeros alemanes, un rico industrial de Düsseldorf que venía de visitar á sus corresponsales de América. Nunca lo designaban por su nombre.

Una noche casi en claro, durmiendo a ratos, encogido en el pedazo de asiento que le dejaron los pasajeros apretándose para dar algún descanso a aquel hombre que al día siguiente iba a exponer su vida. Los entusiastas admiraban su resistencia física y el coraje temerario con que se lanzaba sobre los toros en el momento de matar.

La mano de un cocinero iba de un extremo a otro de la mesa, armada de un tenedor, colocando en los platos estos entremeses del almuerzo a gusto de los pasajeros. Muchos curiosos se detenían frente a un gran reloj regulado desde el puente por una corriente eléctrica, y modificaban sus cronómetros con arreglo al salto atrás que acababan de dar las agujas.

Ciertos disgustos pasajeros con un... magyar de guardarropía; tres meses de largos viajes con ella..., y así sucesivamente, hasta la restauración. ¿Con la misma austriaca? Y con otras... por el estilo. ¡Gran vida!

La fuerza de la costumbre le arrastró al puente, hablando con el capitán y los oficiales, que apreciaron á las primeras palabras su mérito profesional. La consideración de que no era mas que un intruso en este sitio, la molestia de verse sobre un puente en el que no podía dar orden alguna, le hicieron descender á las cubiertas bajas, examinando los grupos de pasajeros.

Palabra del Dia

reclinados

Otros Mirando