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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Pero aun moviendo el columpio con parsimonia, el aire consigue levantar, al poco tiempo, las enaguas de la antigua doncella. Los oficiales ríen y empujan el columpio para que se vea más. ¡Fuerte, fuerte, que algo se pesca! les grita Paco Gómez. Las muchachas, entre risueñas y avergonzadas, se tapan la cara y se abrazan unas a otras diciéndose palabritas al oído.
Por el lado opuesto, por la avenida central, donde estaban establecidos los pabellones de baile, marchaba la gente «distinguida», con parsimonia, como en una procesión, mirando con el rabillo del ojo a los que estaban en las compactas filas de sillas, o deteniéndose un instante para contemplar las parejas que danzaban en los pabellones.
Cuando volvió a su casa, llamó a su mujer y le dijo solemnemente: Juana: la patria reclama mi cooperación, y necesito hacer por ella el sacrificio de prestársela. ¿Que la patria te reclama..., qué?... preguntó la oronda señora, dudando si la palabrilla se comía o se sembraba. Que el país desea que yo le represente en las Cortes añadió don Simón con parsimonia. ¿Y qué es eso?
Allí los señores consumían su vaso de horchata ó de agua con anises y sus gotas de nitro y al toque de Oraciones se retiraban con igual parsimonia y tranquilidad á sus casas hasta el día siguiente en que había de repetirse idéntico ejercicio.
Como los devotos sueltos iban también á veces hermandades, que conducían imágenes sobre andas, y éstas hacían la estación con gran parsimonia, regresando á la ciudad, casi siempre, después de cerrada la noche.
Dragut, harto embarazado con la hostilidad insistente de los berberiscos, tan luego supo el nublado que de la otra parte se preparaba, despachó persona de su confianza con cartas y regalos capaces de dar á entender la urgencia de socorro si había de guardarse Trípoli; y tan bien la explicó el enviado, que mientras con parsimonia seguían en Sicilia los embarcos, llegaba desde Constantinopla un refuerzo de 2.000 turcos á la guarnición de la ciudad amenazada, cuyas fortificaciones se aumentaron lo mismo que las provisiones de boca y guerra.
Buscó el olor del incienso, los resplandores del altar y de las casullas, el aleteo de la oración común, el susurro del ora pro nobis de las masas católicas, la fuerza misteriosa de la oración colectiva, la parsimonia sistemática del ceremonial, la gravedad del sacerdote en funciones, la misteriosa vaguedad del cántico sagrado que, bajando del coro nada más, parece descender de las nubes; las melodías del órgano que hacían recordar en un solo momento todas las emociones dulces y calientes de la piedad antigua, de la fe inmaculada, mezcla de arrullo maternal y de esperanza mística.
Y olvidando la habitual parsimonia, deseó que los suyos viajasen lo mismo que una familia reinante, en camarotes de gran lujo y con servidumbre propia. Dos vírgenes cobrizas nacidas en la estancia y elevadas al rango de doncellas de la señora y su hija les siguieron en el viaje, sin que sus ojos oblicuos revelasen asombro ante las mayores novedades.
Algo siente entre los dedos que le estremece y le hace mirar su mano. La duquesa conoce la parsimonia de su acompañante, encargada de los pequeños desembolsos, y es ella la que da la propina. ¡Cien francos!... El viejo duda ante el billete, ve á los nietos, ve á su hija que trabaja del amanecer á media noche, pero luego lo rechaza. ¡Ah, no, señora duquesa!
Casaría a su Ramón con Bernarda, una muchacha fea, malhumorada, cetrina y enjuta de carnes, que heredaría de sus padres tres hermosos huertos. Además, llamaba la atención por lo hacendosa y económica, con una parsimonia en sus gastos que rayaba en tacañería. Ramón obedeció a su padre.
Palabra del Dia
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