Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de junio de 2025
Ante la mesa de tosca piedra, roída por la intemperie, se sentaban Baltasar y Amparo, y allí les traían las botellas de cerveza, de gaseosa, cuyo alegre taponazo animaba de tiempo en tiempo el diálogo. Una parra tupida les prestaba sombra; algunas gallinas picoteaban los cuadros de un mezquino jardín; el lugar era silencioso, parecido a un gabinete muy soleado, pero oculto.
Nolo halló bueno el pensamiento y abriendo el establo de D. Félix metió y amarró el caballo dentro. Para ir á Canzana no lo necesitaban ya. Sentáronse en el famoso canapé de piedra, delicia de su amo. La lluvia batía con monótono son la gran pomarada que tenían delante y repicaba sobre la parra.
No debían acordarse de este mal inevitable, de este último peligro sin remedio alguno, que entristece la vida, quitando su sabor al pan, su alegre topacio al líquido de la parra, su jugo al blanco queso, su sabor de azúcar a los higos purpúreos, y su energía picante a la sobreasada, entenebreciendo y amargando todas las cosas buenas que Dios puso en la isla para consuelo de las gentes de bien. «¡Ay, don Jaime, qué miseria!...»
En casa de los padres de Paca todos los años se ponía y era uno de los más famosos y concurridos de la ciudad, porque la tienda poseía un gran patio (donde crecía la parra que le diera nombre), muy acomodado al caso. La reunión de la casa de Velázquez se trasladaba allí en masa por las tardes.
Al mismo tiempo comprendí que llevaba la denominación de la Parra por una que tapaba un trecho del pasadizo, enredándose en palitroques viejos. Aquel gran recinto cuadrilongo ofrecía aspecto de pobreza, pero no de suciedad. La luz de la luna no alumbraba de lleno. Hacia el medio estaba el pozo del agua.
Á la base de la torre se adhiere una pobre tapia, que coronan descollantes los pámpanos de una parra, y en ella, por una puerta estrecha, mezquina y baja, á un pequeño huertecillo, bello y frondoso, se pasa.
Pesando, pues, atenta y maduramente estos motivos, le pareció que el primero no solo contrapesaba, sino prevalecía al segundo, esperando en Dios que le proveería de Misioneros, como de hecho sucedió, pues llegaron aquel mismo año á Buenos Aires cuarenta y cuatro sujetos de la Compañía, que darán mucha materia á la historia de esta provincia, y los despachaba de España el P. Procurador de esta provincia, Diego Francisco de Altamirano, á cargo del P. Antonio Parra, que venía por superior de todos.
Se hallaba cierta tarde, contra su costumbre, leyendo en el corredor de casa, resguardado de los rayos del sol por la parra, cuyos sarmientos pendían del alero, formando fresca y tupida cortina. La luz se quebraba entre sus pámpanos, los doraba, los hacía transparentes, y llegaba hasta él suave y dormida.
Palabra del Dia
Otros Mirando