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Actualizado: 19 de junio de 2025
Los que no supieron defender a su madre cuando la echamos, señores... Y ahora... Si quiere D. Basilio, pasaremos revista a todos los personajes del alfonsismo. Vamos, vengan ratas. Don Basilio, por su gusto, se habría metido debajo de la mesa. No hacía más que morder el palillo y gruñir como un mastín que no se decide a ladrar ni quiere tampoco callarse.
Dando trompicones, entró Ido en una de las alcobas, y apoyando la rodilla en el camastro que allí había empezó a dar golpes con el palillo, pronunciando torpemente estas palabras: «Adúlteros, expiad vuestro crimen». Los que desde el corredor le oían, reíanse a todo trapo, y Nicanora arengaba al público diciendo: «pronto se le pasará; cuanto más fuerte, menos le dura».
Aquella piedra grande que está en medio tiene su gran boca, ¿no la ves, Nela?, y en la boca tiene un palillo de dientes; es una planta que se ha nacido sola.
Don Basilio solía llevar en la boca un palillo de dientes, y tomándolo entre los dedos lo mostraba, accionando con él, como si formara parte del argumento. «Lo que yo sé afirmó con acento patético, ofreciendo el palillo a la admiración de sus amigos , lo que yo sé es que esto está muy malo. Digo con Lorenzana: Meditemos».
El brazo izquierdo se apoyaba en el instrumento y la cara descansaba en una mano, oculta casi por la palma y los dedos. Con la diestra armada de un palillo golpeaba lentamente uno de los parches, y así permanecía inmóvil, en actitud reflexiva, con el pensamiento concentrado en su improvisación, contemplando el inmenso horizonte del mar a través de sus dedos.
El muchacho se sentó en la silla que junto a la cama estaba, y apoyando el codo en esta, aguantó el achuchón, sin mirar a su juez. Tenía un palillo entre los dientes, y lo llevaba de un lado para otro de la boca con nerviosa presteza. Ya se le había quitado el gran temor que la hermana de su padre le infundía.
Al ver a Jaime se levantó el cantor, dejando el tamborcillo pendiente de una correa sujeta al brazo izquierdo, mientras con la mano derecha, que aún empuñaba el palillo, tocaba el ala de su sombrero. ¡Bon día tengui! Febrer, que como buen mallorquín creía en la ferocidad de los ibicencos, admiraba sin embargo su aspecto cortés al encontrarlos en los caminos.
Despues de esto, es bien seguro que tendrás interés en saber la historia de esta ciudad que tanto has paseado, y que tanto te ha llevado y traido como palillo de barquillero. Dividiré nuestras excursiones en dias, y cada dia llevará á la cabeza un resúmen de todos los asuntos en él contenidos, para que, de un solo golpe de vista, puedas vislumbrar el espacio que has de correr. Entremos en asunto.
Que no viene... Usted se convencerá, usted lo verá... Al tiempo... Pues al tiempo. Que no, hombre, que no. Si hasta que venga el Príncipe no le llevan a usted a su ramo, menudo pelo va usted a echar... Si no se trata aquí de que yo eche pelo ni de que no eche pelo manifestó D. Basilio incomodándose un poco y mostrando el palillo deshilachado.
Golpeó con el palillo el parche lentamente para dar una tétrica gravedad a su canto monótono, soñoliento y triste. «¡Cómo queréis, amigos, que cante, si tengo el corazón destrozado!...» Y a continuación un gorjeo estridente, un quejido interminable de ave moribunda, en medio del general silencio.
Palabra del Dia
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