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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Pagó presto su atrevimiento y locura; porque salieron los nuestros sin aguardar órden, ni esperar los Capitanes: tanto les ofendia la osadía de este Bárbaro, y dieron con tanta presteza sobre él y los suyos, que aunque luego quiso retirarse, no pudo sin mucho daño, porque se halló tan empeñado que hubo de pelear para huir.
¿No le habéis dicho que Elena es hija de un oficial de húsares y que fué robada a una nodriza cerca de Bruselas? ¡Qué pregunta! A Dios gracias, no se me escapó una palabra a ese respecto. ¡Qué impavidez y qué osadía! Pero la denegación es inútil. Habéis querido vengaros de mí y le habéis dicho a Marta que la niña fué conducida al castillo sin que vos lo supierais.
La osadía del negrito no conocía límites, y extendió sus manos pringadas hacia aquella señora tan maja que le miraba tanto. «Quita allá, demonio... quita allá esas manos» le gritaron. Viendo que no le dejaban tocar a nadie, y que su facha causaba risa, el chico daba patadas en medio del corro, sacando la lengua y presentando sus diez dedos como garras.
Cuando regresan, la gallina les echa una reprimenda por su osadía; pero son tan mal criados, que al poco rato vuelven á hacer lo mismo.
Quebrantada, primero por la osadía de un arquitecto del siglo XVI, á quien se consintió reformarla á su manera, y despues por el terrible huracan y terremoto del año 1589, acordó el cabildo de Córdoba repararla con arreglo á nueva traza, y se empezó á demoler el dia de S. Andrés del año 1593.
Por su desgracia, puso también los ojos en la Reina, y la celebró en sus poesías con nombre fingido; pero aludiendo á ella manifiestamente. No contento con esto, presentóse en un torneo con un traje lleno de reales, y llevando escrita en su escudo esta divisa: «Mis amores son reales.» El Rey no podía dejar impune su osadía.
Vime con ganas de cenar y sin qué poder llegar a la boca, salvo agua fresca de una fuente que allí estaba; no supe qué hacer ni a qué puerta echar; lo que por una parte me daba osadía, por otra me acobardaba; hallábame entre miedos y esperanzas, el despeñadero a los ojos, y lobos a las espaldas; anduve vacilando; quise ponerlo en las manos de Dios; entré en la iglesia; hice mi oración, breve, pero no sé si devota; no me dieron lugar para más, por ser hora de cerrarla y recogerse.
Sin duda que pasma la osadía del pensamiento de formar la estadística de las opiniones de un pueblo entero, caracterizarlas según su importancia, y con el registro a la vista seguir durante diez años la tarea de desembarazarse de todas las cifras adversas, destruyendo en la persona el germen de la hostilidad.
Indudablemente, lo que había dicho Soledad tenía muchos visos de verosimilitud. Velázquez, irritado por la osadía de su querida, era muy capaz de dejar que la maltratasen, si es que él mismo no se arrojaba á hacerlo. ¡Pobre Soledad! Aquel funesto amor la había enloquecido y sería la causa de su ruina completa.
Entonces don Juan se puso muy serio, se aproximó a la cómica, como quien sacando fuerzas de flaqueza ha hecho propósito de osadía, y dijo con voz sabiamente turbada: Cristeta, perdóneme usted la torpeza; arrincónelo usted si no le sirve; pero mí regalo obedece a una idea que no puedo desechar.
Palabra del Dia
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