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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Las galeras tenian las escalas en tierra, y hubo algun Catalan que siguiendo á su enemigo llegó á darle muerte dentro de la galera; y si Montaner aquel dia tuviera mas gente de refresco, pudiera ser que muchas de las galeras genovesas quedarán en su poder. Demetrio hijo del Emperador, y los demas capitanes que quedaban vivos, se alargaron de tierra, temiendo el atrevimiento y osadia del vencedor.

¿Cómo? preguntó anhelante Lita, tapándose después la cara con la sábana, llena de vergüenza por su osadía de interrogar a una hada... El hada le contestó que ser buena es ser hacendosa y caritativa con los niños pobres. Los niños pobres se mueren de frío en las noches de invierno.

Ahora debes poner más claveles apuntó Ricardo con la osadía del ignorante.

En efecto: Javier, que así se llamaba el muchacho, hubiera sido obispo, porque su familia tenía gran influencia. Pero el chico, que no amaba los hábitos y se sentía impresionado por las nuevas ideas, hizo su hatillo, y falto de dineros, aunque no de osadía, se puso en camino, y se plantó en Madrid el mismo bendito año de 1820.

Ni una sola vez se atrevieron á cargar al machete; ni en una ocasión tan siquiera hicieron frente á las tropas leales, ni tuvieron valor para levantar un rail, ni llevaron su osadía hasta el extremo de detener un tren de viajeros.

No había rincón del pueblo que Martín no conociera. Para él, Urbia era la reunión de todas las bellezas, el compendio de todos los intereses y magnificencias. Nadie se ocupaba de él, no compartía con los demás chicos la escuela y huroneaba por todas partes. Su abandono le obligaba a formarse sus ideas espontáneamente y a templar la osadía con la prudencia.

Luego que avistaron los rebeldes unas cargas de los indios de Tinta y Chincheros que se habian adelantado sin órden, las atacaron con la mayor intrepidez y osadia.

El marqués viudo la visitó dos días después, y su comedimiento, después de las audacias referidas, la cautivaba más, o si se quiere de otro modo más claro, su comedimiento tenía la virtud de hacer disculpable y aun amable la osadía pasada; que así se contradicen los corazones en su lógica de misterios.

Aunque Dechard tenía serenidad y valor, carecía del ímpetu y la osadía increíble de Henzar. También contaba yo con que, siendo Dechard el único entre ellos verdaderamente adicto al Duque, dejase solo a Bersonín guardando al Rey y se precipitase hacia el puente para tomar parte en la lucha al lado opuesto. Tal era mi plan, verdaderamente desesperado.

En dos días me había tragado un número harto considerable de noticias referentes a la guerra, sacadas de la biblioteca misma de aquel extraño personaje. Tenía la cabeza mareada y corría grave peligro de equivocar los datos y decir algún disparate. Pero, comprendiendo que en la situación en que me hallaba hacía falta serenidad y osadía, me dispuse a responder con aplomo a todas las preguntas.

Palabra del Dia

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