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Cierto por toda la tierra ha salido la fama de ellos, y hasta los extremos de la redondez de la tierra las palabras de ellos. 19 Mas digo: ¿No ha venido al conocimiento Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con gente que no es mía; con gente ignorante os provocaré a ira. 20 E Isaías osa decir: Fui hallado de los que no me buscaban; me manifesté a los que no preguntaban por .

Duraron muy pocos instantes estas vacilaciones mías; y cerrando los ojos de la inteligencia a todo razonamiento de sentido común, es decir, bajándome al nivel de aquellos dos bárbaros, avancé resuelto por la cornisa y llegué a la boca de la cueva, dentro de la cual latían desesperadamente los dos perros, y me hallé a Chisco y a su camarada disponiendo el plan de ataque. La cueva, como ya sabía yo por referencias de los dos mozos que la conocían muy bien, tenía dos senos: el primero, a la entrada, era espacioso y no muy alto de bóveda, con el suelo bastante más bajo que el umbral de la puerta, muy escabroso y en declive muy pronunciado hacia el muro del fondo, en el cual se veía la boca del otro seno o gabinete de aquel salón de recibir. Olía allí a sótano y a musgo y a perrera... y a hombres escabechados. No tenía ya duda para Chisco que era «la señora», es decir, la osa, lo que rezongaba en el fondo del antro invisible, respondiendo al latir desesperado de los perros; y la señora con su prole, porque sin este cuidado amoroso, ya hubiera salido al estrado para hacemos los honores de la casa. En este convencimiento, se trató en breves palabras, casi por señas, porque no había instante que perder, de si sería más conveniente soltar la perruca que el sabueso; y acordado lo primero, el bárbaro de Pito, sin oír otras razones, se fue hasta la boca del antro en el cual metió la cabeza al mismo tiempo que a la perruca.

La rima además tiene graves inconvenientes, cuando para vencer su dificultad, se emplean sobrados epítetos y participios en «oso, osa, ente y ante, ado y ada». Como quiera que sea, en este libro de El jardín de los poetas encuentro yo mejor y más brioso, inspirado y conciso que lo rimado, lo que está en endecasílabos libres.

En las cercanías de esta constelación se halla la Osa mayor cuyas 7 principales estrellas están dispuestas del mismo modo aunque en sentido inverso, que las 7 estrellas de la Osa menor. Casiopea, el Dragón, el Cochero, donde brilla la Cabra, estrella de magnitud, el Cisne, son constelaciones de la misma zona.

No me halagaba mucho aquel papel de cachetero que se me concedía y casi por caridad; pero con el deseo de poner algo de mi parte en aquella empresa feroz tan pronta y felizmente rematada, aceptéle de buen grado, y hasta sentí muy grande complacencia en ver que con un balín de mi revólver encajado en el oído de la osa, la había producido yo las últimas convulsiones de la muerte.

En la buena sociedad nadie osa ya hablar de la seguidilla, del fandango y del bolero, y en vez de esto se solazan con bailes franceses, walses, etc., que, comparados con aquéllos, se asemejan á danzas de osos.

He oído decir que no hay grandes esperanzas que fundar sobre una época en que las ambiciones tienen tantos móviles y tan pocas excusas, en que se toma comúnmente lo vitalicio por durable, en que todo el mundo se queja de la rareza de las obras, en que nadie osa confesar la rareza de los hombres... ¿Y si la cosa fuera verdad? le dije.

El viagero se siente transportado, su imaginacion se exalta; pero, si despertando de su arrobamiento desciende dentro de mismo, y osa medirse en cotejo con una creacion tan imponente, cuán nulo y exiguo se encuentra! ¡Y cuánto entónces, por la conciencia de su pequeñez y de su debilidad en presencia de tamañas grandezas, viene á desmayar su orgullo!

Es aquesta ciudad tan regalada, Que mi pluma escribirlo aquí no osa: Algunos, por baldon con mal aviso, La llaman de Mahoma paraiso. Poblóse de muy buena y noble gente, En tiempo de D. Pedro de Mendoza, Aunque hay, como sabemos, al presente En abundancia ya de toda broza.