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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Aquel jayán piensa llevarle presente tan cuco a la señora que le está otorgada en las montañas de Kaf, para que montando a Encirnún sobre su oreja siniestra, la rasque mansamente con un almocafre aquel lado de la cabeza, operación que la halaga muy dulcemente.
Al cabo de un rato, los dos bailarines cedían sus puestos a otros dos, que se les ponían delante, retirándose los dos primeros. Esta operación se repetía muchas veces, según la costumbre del país. Entre tanto, el guitarrista cantaba: Por el sí que dio la niña a la entrada de la iglesia, por el sí que dio la niña, entró libre, y salió presa.
La comida estaba dispuesta para los niños, porque los papás cenarían aquella noche en casa del tío Cayetano. Jacinta se había olvidado de todo, hasta de marcharse a su casa, y no supo apreciar el tiempo mientras duró la operación de lavar y vestir al Pituso.
Fuera ya de los arrabales, Obdulia esperó a su confesor y juntos se dirigieron a la venta donde paraba el coche. Mientras llegaron allá no cruzaron ninguna palabra. El P. Gil caminaba silencioso, taciturno, revelando bien a las claras un mal humor que no era frecuente en él. Tardó un rato el cochero en enganchar. Mientras duró la operación, la futura monja se metió en la venta.
Dijo el Señor: «Creced y multiplicáos»; y sucede que nadie censura a la mujer ni al hombre porque se desarrollen ni crezcan; mas ¡oh terrible inconsecuencia! en cuanto dos que bien se quieren tratan de multiplicarse o se colocan en disposición de que la operación sea posible, todo es ponerles trabas, prohibiciones y obstáculos para que no cumplan la segunda mitad del divino mandato.
Sin haber definido la palabra poner, sin haber dicho nada mas que lo que sabe todo el mundo: que el yo es el yo, infiere que el yo existe porque se pone, y se pone porque existe; identifica la existencia con el poner, sin reparar que eran necesarios cuando menos algunos preliminares para atreverse á combatir de este modo el sentido comun y la doctrina de todos los filósofos incluso Descartes, que para la operacion exigen la existencia, y reputan por contradictorio que una cosa pueda ser activa sin existir.
La jóven á quien hizo la misma operacion el oculista Juan Janin, y unos ciegos de nacimiento á quienes el profesor Luis de Gregori restituyó en parte la vista, no creyeron como el ciego de Cheselden, que los objetos estuviesen pegados á sus ojos, sino que luego los vieron como cosas realmente externas y separadas. Las dificultades que estas nos ofrecieran las encontraríamos en aquella.
Los milagros son hechos estupendos, y su exîstencia es certísima; pero no son tan comunes como piensa el vulgo. La razon es, porque en el milagro se excede el orden de la naturaleza, de suerte, que es una operacion superior á las fuerzas naturales; de que se sigue que el hombre, ó quiere verle para que le crea, ó á lo menos desea asegurarse de él por testigos que no le engañen.
Suavemente bajó la mano, no hasta su rodilla, sino hasta el mismo suelo, procurando, que el joven no sufriese rudos vaivenes en tal descenso. Luego se entregó á los barberos que invadían su cuerpo. Flimnap no iba á venir, y era inútil retardar la operación. Sintió cómo aquellos hombrecillos subían á la conquista de su rostro lo mismo que un enjambre de insectos trepadores.
Muchas, muchísimas veces, he asistido á esta operación llena de evocaciones tristes. ¡Ah, los buenos, los aventureros, los sufridos baúles magos!... Arcas de hechicería donde se dieron cita armas de todas clases, pelucas de todos colores, trajes de vivos matices pertenecientes á épocas separadas en la historia universal por siglos; y en cuyos costados hay etiquetas con el nombre de ciudades distanciadas entre sí por millares de leguas. ¡Baúles magos!
Palabra del Dia
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