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Actualizado: 8 de junio de 2025
Me he dejado llevar a la Opera por M. y Mme. de Larnaud, quienes me han asegurado que semejante espectáculo no viene a ser más que una academia musical, y, por consiguiente, la Iglesia no lo prohíbe.
Todas las noches, como inconscientemente, sin que en ello interviniese su voluntad, se encaminaba a la Opera. Y para verle más a menudo, fue por lo que me aboné a esta localidad. Ultimamente ya no venía sino de tarde en tarde. Pero la semana pasada estuvo un día. Encontrábase sentado al otro lado de la orquesta.
Del propio modo, si va poco al teatro, va mucho al Liceo; si no pasea en coche, se sienta en las sillas de la Carrera los domingos, y si nunca estuvo en la ópera, oye tocar con frecuencia á las bandas militares las sublimidades cursis de La Traviata.
Ya pedía flores, ya helados que no había de tomar. De pronto pedía todos los libretos de ópera que se pudieran adquirir. Otra vez hizo llevar a su casa gran parte del almacén de música de Romero. «Pájaros, pájaros...». Le llevaron media plaza de Santa Ana. «¡Oh! ¡Tengo que contestar tantas cartas...!» Y se ponía a escribir.
En todas las combinaciones del amor romántico había dado la imaginación de Ana muchas veces, menos en aquélla. «Se concebía el amor sacrílego de un sacerdote de ópera, ¡pero el de un prebendado con alzacuello morado!». Además la honradez protestaba también con su repugnancia instintiva. «Pero De Pas era digno de compasión. Doña Petronila era la que no tenía perdón.
¡Y yo! respondió el oficial, apretando en sus manos las del duque ; ¡yo que me habría dejado cortar las dos piernas por evitaros los malos ratos que habéis pasado! Pero estamos hablando de la ópera, y no quiero cantar en tono de melodrama. Bien pensado dijo el duque ; y más valdrá que me cuentes lo que ha pasado aquí durante mi ausencia. ¿Qué se dice?
La música religiosa en España ha marchado paralelamente con la ópera italiana, cosa que ignoran esos señores canónigos que se indignarían si en una misa les tocase algo de Beethoven, por considerarlo profano, y escuchan con unción mística fragmentos que han rodado hace años por los teatros de Italia. ¿Y el canto llano?, preguntará usted. El canto llano tiene su nido en esta Primada.
En fin, será mi casa la academia del buen gusto, del ingenio, de la cortesía y de la inteligencia. Daré conciertos de música clásica. ISIDORA. Yo no sé si la he oído o no; pero puedo asegurar que me gusta. Te diré... ¿Hay una música en que no se oigan esos mil sonsonetes de ópera que conocemos por los organillos, las bandas militares y los cantantes de afición? Pues esa es mi música.
Fuera de los toros, no hay otra diversión pública en Caracas, salvo los meses de ópera, al alcance sólo de las altas clases. Pero el pueblo no pide más, y si no escaseara tanto el panem, sería completamente feliz con el circenses. Desde la época colonial Caracas fue renombrada por su cultura intelectual y citada como uno de los centros sociales más brillantes de la América Española.
Dios no opera hoy de un modo y mañana de otro. Mi gota de agua, no cabe duda, con sus transformaciones me va á contar la historia del Universo. Esperemos, y á observar. ¿Quién es capaz de prever, de adivinar la historia de esa gota de agua? Planta-animal, animal-planta, ¿cuál debe salir primero?
Palabra del Dia
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