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Nadie en este mundo, excepto él, sabía que Silas era el mismo hombre que habiendo amado antes a su prójimo con tierno afecto había tenido confianza en una bondad invisible. Aun para sus ojos, aquella experiencia de la vida pasada se había vuelto algo obscura.

Siempre la veré así, con el pincel en la mano, vestida con una bata obscura, y coronada por su espléndida cabellera de oro, de la que un pálido sol de diciembre arrancaba reflejos tristes. Al oír abrirse la puerta volvió la cabeza y sonrió... Y aquella sonrisa me traspasó el corazón, pensando en lo que tenía que decirle. ¿Tan de mañana?... Buenos días me dijo alegremente.

¡Obscura está la maldita noche! exclamó una voz penetrante. Era Ruperto Henzar, que un momento después se halló frente a mis compañeros. Inmediatamente sonaron varios tiros y me adelanté seguido de Sarto y Tarlein. ¡Mata, mata! aullaba Ruperto, y un gemido me anunció que el bribón daba el ejemplo a su gente. ¡Estoy perdido, Ruperto! exclamó al caer uno de los que le seguían.

Sentía la certeza del triunfo, la corazonada de las tardes gloriosas. La corrida fue accidentada desde su principio. El primer toro «salió pegando» con gran acometividad para las gentes de a caballo. En un instante echó al suelo a los tres picadores que le esperaban lanza en ristre, y de los jacos dos quedaron moribundos, arrojando por el perforado pecho chorros de sangre obscura.

Debajo de peñón sombrío, que como torre inclinada amenaza caer sobre la corriente, y hace más obscura la obscuridad del río en el remanso, acechaba el paso del salmón, empuñando un haz de paja encendida, cuya llama se refleja en las ondas como estela de fuego.

La viviente mancha obscura, las incontables ballestas las innumerables lanzas juntas cual lluviosas hebras, todo obscuro como el bosque que guarda sus madrigueras, todo inquieto cual las ramas que sacude la tormenta, preséntase prolongando la espesura de la selva. ¿Qué es aguardar?

Por último, un brazo que podía ser un tanto largo, pero que, bajo fino y suelto guante de piel de Suecia, tenía yo no qué encanto voluptuoso, mil veces más ático y más puro que el que revela un pie bien calzado cubierto por una media de seda obscura.

La noche muy obscura, la mar brava, El viento vendaval muy presuroso Soplaba y de temor cualquiera traba Del otro por valerse deseoso: Y mientras esta furia reposaba, Los pilotos amainan sin reposo. Las naves van volando ya sin guia, Mientras que cesa el viento su porfia.

Aquel sombrío vividor de insaciables apetitos, entregado a una crápula obscura y misteriosa, atravesaba el último torbellino de sus tempestuosos deseos. La virilidad, al sentir la cercanía de la vejez, antes de declararse vencida, ardía en él con más fuerza, y el poderoso jefe se abrasaba en el postrer destello de su animalidad exuberante. Era una puesta de sol que incendiaba su vida.

Lo que es que os ama con toda su alma, pero no cómo. ¿Lo sabéis vos? No por cierto: á veces me mira como un amante, á veces como un padre; á veces hay cólera en sus ojos, á veces odio. ¡Misterios siempre! Un día, hace tres años, me encontré al tío Manolillo acurrucado como un gato que se encuentra huído y receloso, y hambriento en desván ajeno, en una galería obscura de palacio.