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Actualizado: 14 de julio de 2025
En estas evoluciones se fueron aproximando á la estancia. Celinda hizo que su caballo saltase una barrera de troncos, y desapareció. Watson no pudo obligar al suyo á que diese otro salto igual, é hizo un largo rodeo para entrar por una tranquera abierta. Así llegó hasta el edificio de la estancia con calculada lentitud, deseando que saliese alguien á quien hablar.
¿Y en qué consiste? ¿No mandé a usted que entregase todos los meses mil reales a doña Gregoria? Sí, sí, señor, pero doña Gregoria me dijo al cuarto mes que no recibía más... por aquel año... que a la señorita la bastaba para un año aquella cantidad y... Usted debió insistir. Insistí... pero yo no podía obligar a doña Gregoria... Y al año siguiente...
Cierre usted la puerta, Marenval, dijo fríamente Tragomer. El señor de Sorege querría despedirse de nosotros demasiado audazmente, pero nos cree más necios de lo que somos. ¿Pretenderéis obligarme? exclamó Sorege. ¡Obligar á usted! ¡Qué violento término!
Emma estuvo en su cárcel religiosa algunos años, y volvió al mundo, como si nada hubiera pasado, a la muerte de su padre; rica, arrogante, en poder de un curador, su tío, que era como un mayordomo. Segura ella de su pureza material, todo el empeño de su orgullo era mostrarse inmaculada y obligar a tener fe en su inocencia al mundo entero.
Cuanto la licencia alargas, La obligación disimulas. Señor, en dueñas y en mulas Están bien las tocas largas. Mucha honestidad promete, 505 Y es decoro justo y santo. Una viuda con un manto Es obispo con roquete. Fuera de esto, aquel estar Siempre en una misma acción 510 No mueve la inclinación Que el traje suele obligar. Ver siempre de una manera Á una mujer es cansarse.
Magdalena estaba advertida: era imposible que no lo estuviera. Pero, ¿desde cuándo? Acaso desde el día que, respirando ella también un aire más agitado, había sentido ráfagas calurosas que no estaban a la temperatura de nuestra antigua y serena amistad. El día que me pareció tener la certeza de este hecho, no me bastó la mera creencia. Deseé una prueba y quise obligar a dármela a Magdalena.
LEONOR. No, Manrique, por mi vida. ¿Me buscáis a mí, es verdad? Sí, sí... yo apenas pudiera tanta ventura creer. ¿Lo ves? Lloro de placer. MANRIQUE. ¿Quién, perjura, te creyera! LEONOR. ¿Perjura? MANRIQUE. Mil veces, sí... Mas no pienses que insensato a obligar a un pecho ingrato, a implorarte vine aquí. No vengo lleno de amor cual un tiempo... LEONOR. ¡Desdichada! MANRIQUE. ¿Tembláis?
10 La dicha por malos medios, de Gaspar de Ávila. 11 San Diego de Alcalá, de Lope. 12 Los tres señores del mundo, de Luis de Belmonte. 1 Amigo, amante y leal, de D. Pedro Calderón. 2 Obligar con el agravio, de D. Francisco de Victoria. 3 El lego de Alcalá, de Luis Vélez de Guevara. 4 No hay mal que por bien no venga, de D. Juan Ruiz de Alarcón.
Y, así por gozar dél como de la conversación del cura, de quien ya iba aficionado, y por saber más por menudo las hazañas de don Quijote, mandó a algunos de sus criados que se fuesen a la venta, que no lejos de allí estaba, y trujesen della lo que hubiese de comer, para todos, porque él determinaba de sestear en aquel lugar aquella tarde; a lo cual uno de sus criados respondió que el acémila del repuesto, que ya debía de estar en la venta, traía recado bastante para no obligar a no tomar de la venta más que cebada.
Tengo por muy cierto, que este levantamiento fué fingido por Andronico, por dar alguna razon aparente para sacar los nuestros de Asia, de quien temió siempre, que acreditados con tantas victorias se alzarian con ella, negándole la obediencia, y para obligar más á Roger, le puso delante el peligro de su cuñado.
Palabra del Dia
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