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Actualizado: 4 de junio de 2025


Los codos de los unos, por secreto y fatal impulso, iban derechos a los ojos de los otros. El sujeto pasivo de tales caricias llevaba inmediatamente la mano al lugar del contacto, y solía exclamar ásperamente: «¡Bárbaro! ¡Ya podía usted...!» Pero un enérgico chiis chiis de la muchedumbre le obligaba a matar en flor su discurso. Y volvía a imperar el silencio.

Vamos, francamente, era cosa de morir de risa. El presidente sabía que sesión en la cual Teneyro hablase, era sesión perdida, por no ser posible contener a las tribunas; trabábanse disputas inevitables entre ciertos procuradores y el público, y el escándalo obligaba a despejar los altos de la iglesia.

En este punto se encontraba antes el dique que contenía las olas del lago. Durante las grandes lluvias, esta muralla retenía las aguas crecientes, las obligaba á extenderse hacia arriba hasta los estribos de las colinas, y, lentamente, salvando la valla inferior, descendían por la llanura, saltando de cascada en cascada.

A los indios en aquel tiempo no se les permitía propiedad en cosa alguna, pues, aunque a todos se les obligaba a tener chacras propias, y se les daba tiempo para que las cultivasen, éstas habían de ser del tamaño que el padre quería y en el paraje que él señalaba, y sus frutos los habían de consumir y gastar conforme a la voluntad del padre; y, en fin, en un todo habían de vivir sin libertad.

Eso : tenía el genio fuerte y no consentía la más pequeña falta; pero su mucho rigor nos obligaba a quererle más, porque el capitán que se hace temer por severo, si a la severidad acompaña la justicia, infunde respeto, y, por último, se conquista el cariño de la gente. También puede decirse que otro más caballero y más generoso que D. Dionisio Alcalá Galiano no ha nacido en el mundo.

El duque de Carvajal, que era un hombre práctico, había añadido al contrato las dos cláusulas siguientes: primera, que la Condesa se obligaba a no volver a casarse; y segunda, que, en caso de muerte, todos sus bienes, tanto de España como del reino de Napóles, pasarían a ser propiedad de su hermana. No admitimos semejantes condiciones dijeron a la vez los prometidos esposos.

Ese era su derecho, más aún, su deber. Todo la obligaba a ello, su juramento, el honor, la disciplina. Si la venganza salía ganando, mejor... Sordos murmullos y gritos confusos: ¡Ahí están! ¡Ahí están!

La ley de la necesidad le obligaba, sin embargo, a soportar compañía tan incómoda, pues el otro representaba la fuerza bruta, es decir, el capital, y él no traía sino la inteligencia y el trabajo, que no alcanzan en plaza cotización alguna, menos cuando van refrendados por la firma del favoritismo.

Las confidencias que nos hacemos no son de gran importancia, y, además, la delicadeza obliga a tenerlas secretas. ¿Quieres darme a entender?... ¡No, no, nada! exclamé vivamente. Responde a Máximo que no tengo nada que decir. Entonces no sabes nada, absolutamente nada desfavorable a Luciana... ¿ o no? ¿Por qué me obligaba así?

Ascendía á Roger de Flor á la dignidad de César, pero lo obligaba á volver atrás, intentando al mismo tiempo introducir la discordia entre los jefes de la expedición.

Palabra del Dia

rigoleto

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