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Actualizado: 16 de julio de 2025
19 Y volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras. 20 Y muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿para qué le oís? 21 Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado; ¿puede un demonio abrir los ojos de los ciegos? 23 Y Jesús andaba en el templo por el portal de Salomón. 24 Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo quitas nuestra alma?
17 Y como Jesús lo entendió, les dice: ¿Qué altercáis, porque no tenéis pan? ¿No consideráis ni entendéis? ¿Aún tenéis ciego vuestro corazón? 18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no os acordáis? 19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos alzasteis?
¿Pero por qué han huído los piratas, cuando ya nos tenían en sus manos? preguntó Hans. Por el lado del río ocurre algo grave dijo el Capitán . ¿No oís voces? Sí; parece que se está riñendo allí una batalla dijo Horn . ¿Habrán sido atacados los piratas? Pero ¿por quién? preguntó Hans.
Os guardaréis de ello... ¿lo oís? repuso Santiago con cólera . ¡Qué brutos y qué asnos sois! es decir, que queréis exponeros a las burlas de vuestros camaradas presentando ese hermoso trofeo... Me opongo terminantemente; subid al puente, seguidme, cerrad las escotillas, y sobre todo, una vez a bordo, no desmintáis ni una palabra de lo que diré al capitán, tanto en vuestro interés como en el mío.
Ya os lo he dicho; todo es silencio, se distinguiría el vuelo de una abeja del de una mariposa. ¡Atención! ¿no oís los violentos latidos de un corazón que brinca y las inspiraciones de una respiración anhelante? ¿No oís hasta el ágil y fresco césped murmurar bajo el ligero peso que le aprisiona?
Por alguna tribu enemiga respondió el Capitán . Como os he dicho, los habitantes del interior están en continua guerra con los de la costa. Pues el ataque no ha podido ser más oportuno para nosotros observó Cornelio . ¿Oís? Hacia el río se oía terrible clamoreo: eran gritos feroces, más de fieras que de seres humanos, y de vez en cuando sonaba un ruido como de tambor u otro instrumento análogo.
¿Ois como hablan todas las lenguas á vuestro lado? ¿Habeis entrado en los templos de todos los cultos que allí viven? ¿Por qué esa fiebre que agita Paris? ¿ No es verdad que la gloria tiene tambien allí su asiento? ¡Ah! ciudad encantada y deliciosa! yo te aclamo y te conjuro á la vez; tú me das alegrías bullentes, delicias al espíritu y dolores á la reflexion!
25 Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de la familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa? 26 Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. 27 Lo que os digo en tinieblas, decidlo en luz; y lo que oís al oído, predicadlo desde los terrados.
El viejo Duchêne se arrojó sobre el loco para estrangularlo; pero éste, más fuerte de lo que podía pensarse, lo rechazó, y, alzando el palo con furia, nos dijo: «¡De rodillas, esclavos, de rodillas! Mis ejércitos avanzan... ¿Oís?... La tierra tiembla. Estos castillos, el Nideck, el Haut-Barr, el Dagsberg, el Turkestein, tenéis que reedificarlos... ¡De rodillas!»
Ved, señores, cómo de los infinitos huevecillos acariciados por el sol salen infinitos seres que ensayan entre las ramas su primer paso y su primer zumbido. ¿No oís cómo estrenan sus trompetillas esos niños alados, que vivirán un día y en un día alborotarán la vecindad de este olmo?
Palabra del Dia
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