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Actualizado: 8 de noviembre de 2025


Hemos comenzado la publicación de sus obras con la titulada Antes de Adán, la novela de las cavernas, donde el hombre prehistórico y semiarbóreo que acaba de bajar de la copa de los árboles, atraviesa, en los rudos comienzos de la humanidad, los mayores peligros, luchando con las fieras, contra el medio hostil y con sus semejantes más avanzados, los Hombres del Fuego.

Luego pensé en la conveniencia de ensanchar este relato, un poco seco y conciso, haciendo de él una novela, y escribí LA BARRACA.

El cochero es Pedro Real, que lleva al lado a Adela, en la imperial, Juan y Lucía, adentro, con la gente mayor, que es muy respetable, pero no nos hace falta para el curso de la novela, Ana sentada entre almohadas, muy mejor con el gozo del viaje, con su cuaderno de apuntes en la falda, para copiar lo que le guste del camino, que ya le perece que está buena, y Sol a su lado, con un vestido de sedilla color de ópalo, tranquila y resplandeciente como una estrella.

Talberg fué el profesor á quien acompañé á los Andes, y que tampoco fué mi marido... Mi verdadero nombre es Beatriz... Mi madre fué italiana, una florentina; mi padre era de Trieste. Esta revelación no interesó á Ferragut. ¡Un embuste más! dijo . ¡Otra novela!... Sigue inventando. La mujer se desesperó. Sus manos se elevaron sobre su cabeza, retorciéndose con los dedos entrecruzados.

Mientras tanto, en los otros países la novela procura renovarse y los autores cambian con frecuencia su manera de ver la vida y de expresar sus impresiones, para que no los «encasille» el público, adivinando de antemano lo que pueden decir.

Una novela no es una conclusión y menos aún las opiniones de un personaje de novela, que no pretende ser eminentemente razonable, contra las conveniencias públicas a las que la razón de los siglos ha reconocido la importancia.

En este año de 1598 publicó Lope sus primeros libros: la citada novela pastoril La Arcadia y el poema épico La Dragontea consagrado a las temidas hazañas del marino inglés el Drake. A principios de 1599, El Isidro, poema en quintillas, en que se narra la vida del que había de ser Santo Patrón de Madrid.

En esos países donde hay siempre margaritas que deshojar, versos ingenuos en los abanicos, novias que juran, desde una reja nocturna, el amor vitalicio de Angelina. Allá te va esa novela, lector amigo; allá te van esas páginas desaliñadas o incoloras, escritas de prisa, sin que ni primores de lenguaje ni gramaticales escrúpulos hayan detenido la pluma del autor.

Así como todo lector cándido y crédulo podrá inferir después de leer La sima que es una abominable patulea la mayoría de los seres humanos, la lectura de otra flamante novela que tengo sobre mi mesa, y cuyo título es Nieve y cieno, puede inducir en error menos cruel, pero no menos evidente. ¿Es verosímil, es frecuente en la vida real que haya un gran conjunto de hombres y de mujeres apacibles, sencillos, virtuosos y buenos a carta cabal, los cuales vivirían feliz y honradamente en un perpetuo y almibarado idilio, si no hubiese un tirano que les impusiese su yugo, que los tratase a puntapiés y que los dominase a su antojo, como fiero y rústico pastor a rebaño manso e inerme.

Varias veces intentó reanudar la lectura de la novela que traía entre manos, pero el volumen acababa siempre por caer sobre su mesa, cubierta de papeles administrativos.

Palabra del Dia

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