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Actualizado: 10 de julio de 2025
Preguntada por el presidente, D.ª Josefa declaró que Obdulia hacía tiempo que perseguía a su amo y le molestaba proponiéndole la escapatoria al convento. Que el excusador había tratado en vano de disuadirla; sus esfuerzos habían sido vanos. Estaba tan resuelta a marcharse, que se hubiera ido sola si él se negaba a acompañarla. En vista de eso, su amo, aunque de malísima gana, había cedido.
Y ya que las hagáis, ¿por qué pecáis por el extremo contrario con Verónica, que es una niña como unas perlas? ¿Por qué detestáis a la una tanto como queréis al otro? Negaba la marquesa que ni ella ni su marido dejasen de querer bien a su hija, y hasta citaba en testimonio de ello el regalo en que la mantenían.
Confuso y turbado D. Lope rompió la nema, y vió que así decía el papel: "Lo que anoche mismo os negaba, hoy os lo suplica encarecidamente María. No sólo me quieren apartar de vos, sino de esta mi tierra querida de España, llevándome a esas costas de Africa.
Solía confundir los países con los generales que mandaban los ejércitos invasores. En cierta desgraciada polémica hubo de venir a las manos con el capitán Bedoya que le negaba la existencia del general Sebastopol. También creyó que su fama de hombre de talento se afianzaría probando sus fuerzas en el ajedrez y aplicó a este juego mucha energía.
Pero nosotros no pudimos saber lo que fue. Su lengua se negaba a articular una palabra más; el silencio de la muerte habíase apoderado de él. Así desapareció de este mundo, y así fue cómo yo me encontré ligado a una promesa que tenía la intención de cumplir, aun cuando él no nos había revelado su secreto, como nosotros confiadamente lo habíamos esperado.
Este idiota, sumergido en su gloria, no lo entendía: y si le entendía, se negaba á obedecerle. La voz del príncipe fué cayendo con una lentitud temblorosa sobre la cabeza que estaba debajo. ¡Spadoni, pianista de los demonios! ¡La última! dijo el músico. Cuando dejó de tallar muchos respiraron, satisfechos de que terminase un juego que parecía un maleficio.
Los que han conocido, después al fastuoso Esteven, tan formalote y estirado, de una gravedad de campana mayor que toca a muerto, creerán que es pura invención y fantasía esta aventura de sus mocedades; pero no es así, sino verdad incontestable, que el señor Esteven tuvo sus veinte años, y sufrió las agonías del amor y los dolores del hambre, como cualquier mortal, y arrastrado e impulsado por estas dos invencibles fuerzas, quiso apoderarse por la violencia, y se apoderó, en efecto, de lo que de grado se le negaba. ¿Cómo?
Todavía se negaba Neluco a suministrarme las noticias que yo le pedía sobre el modo de ser de aquel caballero de tan extrañas y llamativas prendas, porque prefería que fuera él mismo dándoseme a conocer... y «después hablaríamos». Por de pronto, leyendo los rótulos de algunos libros de los estantes, sacó el médico uno de ellos y le puso en mis manos.
Muchas veces, este representante, con el cual mi madre había por fin conseguido hablar, era un hombre brutal y grosero, que se negaba a oír los lamentos de una mujer desolada o la despedía con amenazas, culpándola de pretender enternecer a los encargados de administrar justicia.
Así lo espero dije mientras se me saltaban otra vez las lágrimas por el tono de la pregunta y por el beso maternal de la buena señora. En cuanto me tranquilicé un poco, expliqué a aquellas señoras que había algo en mí que se negaba absolutamente al matrimonio con un desconocido. Sí exclamé, no puedo, no podré nunca decidirme...
Palabra del Dia
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