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Actualizado: 3 de junio de 2025


En las costumbres tagalas de la provincia de Tayabas, el hombre trabaja mientras es novio, cuando es marido, generalmente quien lo hace es la mujer. Sigamos á nuestro Bindoy. Una vez que comprendió había encontrado su media naranja, traspuso el cerco de madre cacao que resguardaba la casa, en la que entró con la misma familiaridad que si fuera la suya.

La oscuridad creció rápidamente, y ya no le permitió ni ver la naranja, ni orientarse, ni dar con el camino para volverse atrás. Iba pues, vagando a la ventura, afligidísima y muerta de hambre y cansancio, cuando columbró no muy lejos unas brillantes lucecitas. Imaginó ser las de la ciudad; dio gracias a Dios, y enderezó sus pasos hacia aquellas luces.

#Viaje a Riosa.# El duque de Requena había dado la última sacudida al árbol. La naranja cayó en sus manos dorada y apetitosa. En un momento dado sus agentes de París, Londres y Madrid adquirieron más de la mitad de las acciones de Riosa. La gerencia vino pues a sus manos, o, lo que es igual, la mina.

Cuando mejor le parecía, embarcaba el género en el puerto de Valencia, y, ¡allá va! Siempre se concertaban las cosas de modo que su naranja arribaba sin concurrencia y con precios altos. Más de una vez era el mar el que, causando averías al buque, retrasaba su llegaba y daba tiempo a que el mercado quedase limpio, colaborando de este modo en el buen éxito de la expedición.

Y este rústico afortunado, al verse rico, sin más mérito que el capricho de la suerte, se daba aires de inteligente con la petulancia que proporciona el dinero y acosaba a Rafael, a su diputado, con una reforma de tarifas de ferrocarril para esparcir la naranja por el interior de España. ¡Como si él hubiese necesitado de planes para hacerse rico!

Lucía se apeó delante de su casa y entró; Miguel siguió en el carruaje y lo despidió en la primer esquina: allí aguardó a que la generala entreabriese el balcón de su gabinete para entrar también. Mucha prisa necesitaba darse el general Bembo a recoger lo que por tantos agujeros se le escapaba a su media naranja.

Ya sabía de quién hablaba su madre; de Remedios, la hija del más rico de la ciudad, un rústico de suerte loca que inundaba de naranja los mercados de Inglaterra, ganando por instinto, a despecho de todas las combinaciones comerciales.

Allá van tres, y en la primera estación, mira bien, hijo, a ver si descubrimos algo. ¿Sabes lo que yo me comería ahora? ¿Un bistec? No. ¿Pues qué? Uno y medio. Ya te contentarás con naranja y media. Pasaban estaciones, y la fonda no parecía.

ANISADO. Para hacer cuatro litros de anisado, se disuelve bien un kilo de azúcar granulado en un litro y tres cuartos de agua. Se echa aparte media copa de esencia en un poco de alcohol, y mezclado en dos litros de alcohol, se echa en el agua y azúcar antes preparada. Se agregan dos copas de alcoholato de naranja.

Isidro quiso beberlo, y de nuevo rozó con su boca la boca de Feli. ¡Otra vez! exclamó la muchacha, echándose atrás entre sonriente e indignada . Pero, condenado, ¿no ves que nos miran... que pasa gente? Después rió del gesto desalentado de Isidro, el cual bajaba la cabeza como un niño enfurruñado. Con mimosa gracia puso en su boca la naranja.

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