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Actualizado: 18 de octubre de 2025
Los dos se vieron al otro lado de la cancela, sobre el rellano de las gradas del Casino, en pleno aire, frente á los árboles de la plaza y los grupos de paseantes que daban vueltas en torno del «queso». Tuvieron que apartarse á un lado, para no impedir la circulación de los que entraban y salían. Además continuó el príncipe , mi deber es evitar murmuraciones.
Sus anhelos enfermizos la impulsaban a desafiar la opinión pública, despreciando por gusto toda precaución. Si el conde le hacía alguna advertencia irritábase, se revolvía como una fiera. Más perdía ella que él; las murmuraciones no se cebarían en el hombre seguramente, sino en la mujer. La deshonra era para ésta. Pero ella se reía a más no poder de estas murmuraciones y de la deshonra.
Jamás notó Lázaro cosa que disonara en el tranquilo concierto de aquella existencia casi monacal, donde todo estaba dispuesto y regulado de antemano, como en ceremonia palaciega; pero semejante al sordo ruido de vientos lejanos, creyó escuchar algunos días el rumor de murmuraciones engendradas en las porterías, robustecidas en las antecámaras y detenidas por el miedo ante las puertas del despacho donde trabajaba el bueno del obispo.
Y contaba también con vivir en palacio, puesto que vos vivís en él. ¡En mi cuarto!-exclamó todo hosco el señor Francisco ; ¡con una hija de diez y seis años, y una esposa de veinte, y vos joven!... ¡exponerme á las murmuraciones! no puede ser; buscad una posada. Es el caso, que no he traído dinero.
Es un fundador de dinastía; un Bonaparte que lucha por hacerse reconocer de las otras familias reales, ennoblecidas por la tradición. Sus nietos serán gentes distinguidas, pero él paga su triunfo aguantando murmuraciones y desprecios. Me alegro de que lo traten mal. ¡Hombre más orgulloso! Apenas me contesta cuando lo saludo; parece que tenga miedo de que le pida algo.
Pepe Castro, que no era hombre ilustrado ni ingenioso, sabía no obstante entretenerla agradablemente con cuentecillos de salón, murmuraciones casi siempre de las personas por quienes ella sentía marcada antipatía. El recurso era burdo, pero surtía admirable efecto.
Llevará usted la correspondencia; desempeñará usted otros trabajos que se ofrezcan en el escritorio, y no tendremos dificultades. Desde hoy tendrá usted una pieza cerca de nuestras habitaciones, un sitio en nuestra tertulia, un asiento en nuestra mesa, y un lugar en nuestra estimación. Ayer me escribió Sarmiento. Algo me cuenta de ciertas murmuraciones.
Los demás empezaron a estorbarse oyendo juntos aquellas murmuraciones. El Arcipreste clavaba los ojuelos negros y punzantes en el Magistral, confesor de Obdulia; parecía buscar su testimonio. El Provisor no estaba allí más que para hablar a solas con don Cayetano. Sufría sus impertinencias con calma. Le estimaba.
Al protegido del Padre Paulí le aterraba la idea de tener un hijo, ahora que su matrimonio estaba concertado con la primera fortuna de Bilbao, y á viva fuerza había provocado el aborto. La enfermedad de la esclava y las murmuraciones de la vecindad, habían hecho intervenir en el asunto al juzgado. ¡Un escándalo, pero nada más!
Brull conocía mucho al barbero. Era una de sus admiraciones de adolescente. El miedo a su madre fue lo único que le impidió de muchacho el frecuentar aquella barbería, refugio de la gente más alegre de la ciudad, nido de murmuraciones y francachelas, escuela de guitarreos y romanzas amorosas que ponían en conmoción a toda la calle.
Palabra del Dia
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