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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Hasta que mi hija llegó a tener ocho años, como apenas exigía otro cuidado que el de su corporal desarrollo, cuidado harto leve porque mi hija se ha criado con excelente salud, ora pensando yo en distraerme, ora anhelando hacerme apta para contribuir a su educación, he leído muchísimo y casi sin sentir me he convertido en marisabidilla. Soy franca admiradora de la literatura francesa.
Aquí hacemos punto en este modesto trabajo que probablemente vendrá á ser el prólogo de otro más extenso que nos proponemos publicar. Mucho, muchísimo hay que hacer en Filipinas y mucho falta por decir de aquella riquísima colonia susceptible á dar cuantiosos caudales. Haga Dios que este pobre trabajo despierte en otras inteligencias la afición á escribir.
Y al médico se le fue en seguida la sospecha". "22 de julio. "Camucha me señaló en el diario la noticia de que José Luis ha llegado de Europa hoy. Gran indiferencia mía que a Camucha sorprendió muchísimo. Dice que hago "pose". "Seguramente José Luis nos visitará". "24 de julio. "Adiviné: hoy nos visitó José Luis y anuncia para pasado mañana otra visita. "Lo recibieron Camucha y Zoraida.
El conocimiento de la posicion particular del escritor, de su conducta, moralidad, carácter, y hasta de su educacion, ilustran muchísimo al lector de sus obras.
Era verdad que se corría el peligro de perder mucho, muchísimo; pero cuando se tenía una cabeza como la suya, buenos amigos, excelente información y un acertado golpe de vista, no había cuidado.
Era cierto; yo los espié durante una hora entera que estuvieron solos. Hablaron sin parar, ella más que José Luis. Y sólo cuando iban a separarse, cuando supusieron que podría advertirse la ausencia de los dos, se tuvieron durante un rato de la mano, mirándose sin hablar, ¡con una adoración! Y a mí me extrañó muchísimo, hasta me chocó, que ni siquiera se besaran.
El diablo me lleve si en aquel momento tenía yo resolución hecha de conducir a término plan alguno relacionado con la aprobación de nuestros cálculos; y, sin embargo, la duda surgida de repente en presencia de la «huéspeda» misma, me contrarió muchísimo.
Como tengo aún muchísimo que decir sobre este asunto y usted recomienda la brevedad, y yo no atino con ella, he guardado esta carta, escrita desde hace días, sin atreverme á enviarsela á usted y casi desistiendo ya de enviársela.
Vuestra conversación me interesaría muchísimo más observé, si supiera de quién estáis hablando. Antonieta Maubán dijo Federly. De Maubán gruñó Beltrán. ¡Hola! exclamé. ¡Conque esas tenemos, mocito! ¿Me haces el favor de dejarme en paz? ¿Y adónde va? pregunté, porque la dama gozaba de cierta celebridad y su nombre no me era desconocido.
Doña Martina, que apesar de sus travesuras tenía pasión decidida por aquél y que ya estaba medio arrepentida de haberle castigado, se indignó muchísimo. ¡Oyes, mentecata! ¿quién eres tú para pegar a tu hermano? ¿No estamos aquí tu padre y yo para eso? ¡Aguarda, aguarda un poco, que yo te bajaré los humillos!...
Palabra del Dia
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