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Actualizado: 7 de mayo de 2025


No se fundaba, pues, la resolución de la Montálvez en aquel fracaso de su belleza, aun que coincidió con él. Ya se sabe que no estaba formada del peor de los barros posibles; que no entraba el vicio como verdadera necesidad en su naturaleza, y que, aunque la divertía ser viciosa, no la llenaba.

Desde aquí comienza un período que fue el más escabroso, si no el más largo, de los varios que tuvo la vida mundana de la marquesa de Montálvez. Según ella misma lo declara, tan escabroso fue, que él solo la daría para un libro entero, si se propusiera referir tan enorme catálogo de cosas.

Desde aquellos días se echó en la casa de los marqueses de Montálvez una raya por debajo de lo vivido hasta allí, y se abrió una vida nueva, cuyo centro, cuyo eje, era el recién nacido heredero de los títulos y preeminencias de su padre; por lo que la pobre Verónica, elemento principalísimo de la vida vieja, quedó entre lo más alto y olvidado de la raya para arriba, como trasto inútil en obscuro desván.

No hay modo de convencer a sus padres de usted de que la marquesa de Montálvez no sea la mujer más perdida y más escandalosa del mundo, o se convencen de que es una señora como otra cualquiera; pero se empeñan en que basta su mala fama para que usted no deba casarse, y no se case, con su hija, lo cual es lo mismo para usted.

Por de pronto, a casa de nuestra amiga la marquesa de Montálvez, que ya no es la indigesta, doliente y envejecida matrona de antes ni vive en el suntuoso principal de la calle de Alcalá, donde tantas veces penetramos el lector y yo: ahora se trata de su hija, la cual, si ha perdido mucho en frescura con el cambio de vida y el roce de los años, ha ganado otros atractivos no menos poderosos con la vigorosa acentuación de sus formas, que ha modificado su belleza, pero sin destruirla, y vive en la calle del Barquillo, desde la fuga del banquero, en otro principal bastante más barato y más pequeño, o mejor dicho, bastante menos caro y menos grande que el de la calle de Alcalá.

Se atrevió a enmendar la plana a las reinantes, así en el vestir y aderezarse, como en el andar; formaron escuela sus atrevimientos, y hubo peinados, y abanicos, y hasta actitudes con su nombre; ambicionábanse sus saludos y sonrisas en la calle y en los espectáculos, entre los hombres y los mocosos distinguidos, casi tanto como los del Tato o los de la Alboni; rayáronle el afrancesado Beronic con que desde su salida del colegio la habían confirmado sus amigas, por horror justificable al sainetesco nombre con que fue castigada en la pila, y la llamaron todos, en papeles y corrillos, para colmo de su gloria y sello de legítima calidad, Nica Montálvez.

Además, o era aprensión suya, o la marquesa de Montálvez no ponía tan buena cara a estas dos amigas como a otras que también la acompañaban a ratos; y por si el recelo era fundado, trataba de intimar lo menos que podía con ellas, y jamás hablaba a la marquesa de las confianzas y deferencias con que Leticia le distinguía.

Y colocado ya el asunto en esta pendiente, y rodando las cosas por su propio peso, un día, a fin de entretener mejor los largos intervalos entre fiesta y fiesta, los amables y agradecidos marqueses de Montálvez hicieron saber a sus íntimos que todos los jueves se quedaban en casa. Y se quedaron en ella todos los jueves, conforme a lo prometido.

De cada una de ellas se contaban anécdotas que ardían; caprichos libidinosos que traían su filiación de la Roma corrompida de los Césares. No niega fundamento la Montálvez a estos rumores, pero se sacude violentamente de ciertos hechos; y quiere que conste que todos los comprobables de aquel calibre pertenecen a Leticia y a Sagrario. La misma salvedad hace con respecto a los dichos.

En los años transcurridos desde la primera edición de este prólogo, el señor Pereda ha publicado tres novelas más: Sotileza, La Montálvez y La Puchera. Como complemento de la historia de sus libros, reproduzco a continuación los dos artículos que escribí sobre la primera y la tercera de estas novelas al tiempo de su aparición.

Palabra del Dia

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