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Actualizado: 14 de junio de 2025
Sirva de ejemplo la misión, embajada, o como quiera llamarse, de fray Hernando del Castillo al desdichado rey cardenal D. Enrique. ¿A qué podía conducir sino a mortificar el amor propio, a ofender y agriar al pobre monarca portugués el desvergonzado sermón de aquel buen fraile para persuadirle de que no debía contraer matrimonio?
No, Santiago repuso el bravo Massareo , eso sería una injusticia; esa misión le pertenece de derecho, y usted la tendrá, Santiago, usted la tendrá. Sería llevar la delicadeza demasiado lejos. Usted ha sembrado, justo es que recoja dijo otro.
Al otro día, el doctor, seguro ya de que Magdalena no sufriría por el momento ninguna recaída, comenzó a salir de casa para dedicarse a sus quehaceres habituales. Tenía que ir a palacio para explicar al rey su conducta y debía también visitar al ministro de Negocios Extranjeros para recordarle su promesa relativa a la misión que se encargaría a Amaury.
Cuál era esta misión, es cosa que no sabía á punto fijo. Los jóvenes como aquél no gustan de concretar las cosas porque temen la realidad; creen demasiado en la predestinación, y engañados por la brillantez del sueño, piensan que los sucesos han de venir á buscarlos, en vez de buscar ellos á los sucesos.
Fundaron los Jesuitas la mision de este nombre en 1690, sobre la ribera oeste del rio Mamoré, entre las bocas de los rios Aperé y Tijamuchi y distante como ocho leguas al norte de Trinidad. Al visitarla el gobernador de Santa-Cruz en 1691, encontró en ella dos mil trescientas sesenta y una almas; número que se acreció mas tarde hasta tres mil.
Y que para que emprendiesen con más calor esta misión, escribiría de su mano cartas muy eficaces al Provincial de esta provincia, á nuestro Padre general Tirso González, su íntimo amigo.
Y esta misión consiste principalmente en colocarse por encima de los otros Estados, aplastándolos con su grandeza, ó lo que es lo mismo, orgullo, ferocidad, violencia. Habían llegado á la plaza de la Estrella. El Arco de Triunfo destacaba su mole obscura en el espacio estrellado. Las avenidas esparcían en todas direcciones una doble fila de luces.
Con mártires de grandes corazones Se alzan y regeneran las naciones Y su sangre es la ofrenda que les dan: Mártir fué el Redentor, y de un madero Do lo enclavó el impio, al mundo entero Regeneró con su mision de paz.
La ociosa y larga meditación de sus cuarenta años de vida claustral, las estupendas novedades y sucesos cuya resonancia había llegado a conmoverle y alborotarle en su retiro, la explicación que el Padre Ambrosio hacía de todo y de que él se había penetrado con pasmo oyendo sus discursos, todo le persuadía de que se mostraba ante sus ojos el blanco a donde le importaba dirigir la mira, el digno empleo de su resucitada actividad, la misión que le tocaba cumplir secundando el propósito y cooperando al plan de la Providencia.
Pero en cuanto advirtió que le pedían un consejo, recordó su misión, arqueó las cejas, y dió al viento la metálica voz con estas palabras: ¡Oh! ¿Qué hay que consultar sobre este punto? ¿Quién dice si se debe perdonar al que ha faltado? ¿Quién hay tan poco cristiano que haga semejante pregunta? ¡Perdonar! ¿Qué es grave la culpa? Mejor: Por lo mismo necesita perdón y olvido.
Palabra del Dia
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