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Actualizado: 5 de junio de 2025
Don Juan hizo el mismo gesto de antes. Para él, cualquier cosa estaba bien. Y volvió a mirar al techo, bostezando de vez en cuando y moviendo un pie con nervioso temblorcillo. /* Yo nací muy chiquitita y nací muy avispa. */
La mujer volvió a mirar con insistencia desconcertante a la viajera y después de una pausa dijo: Bueno... iré a prevenirle... ¿A quién debo anunciar? No anuncie usted a nadie: quiero darle una sorpresa. Entonces el semblante de la tendera reflejó la sorpresa, la duda y la alegría al mismo tiempo. ¿Sería usted por ventura, señorita, su hermana, la hermana de quien tantas veces nos habla?
Su linda cabeza colgaba horriblemente. Su boca entreabierta dejaba ver dos hileras de pequeños dientes apretados por las convulsiones de la agonía. Sus ojos, que una mano piadosa no había cerrado a tiempo, parecían mirar la muerte con espanto. El puñal estaba en medio de la pieza, en el sitio en que le Tas lo arrojara. La sangre lo había inundado todo.
Esto último no podía tolerarlo Edwin Gillespie. ¿Morir usted, miss Margaret ... digo Popito? Únicamente podría ocurrir una cosa tan absurda después que él hubiese muerto. ¡Sálvelo usted! insistió la joven . Llévenos lejos de aquí. Este es un país donde no queda sitio para nosotros. De la misma opinión era el gigante. Volvió á mirar en torno de él, y vió la playa desierta.
Por mucho que se vanagloriase de su independencia conquistada, Juana de Maurescamp sólo tenía veinticuatro años, y su misma rectitud la hacía mirar con horror la larga perspectiva de soledad y abandono que se extendía ante ella.
Hacía la pregunta ávidamente; se incorporaba para mirar más allá de la borda. Al esparcir su vista por la inmensidad, esperaba encontrar en el horizonte el negro perfil de la tierra ansiada. ¿Tardaremos dos días? siguió preguntando. Más, un poquito más dijo Maltrana suavemente para engañar su impaciencia. ¿Como cuántos más? continuó con tenacidad el enfermo.
Pasado el mencionado plazo, Poldy consideraba inevitable su salida del castillo, así como tomar decidida resolución para vivir a su gusto y con independencia y decoro. Tal era la desengañada posición de Poldy. Sólo negras nubes, que presagiaban tempestad, columbraba, al mirar en todas direcciones, en el horizonte de la vida.
Dirígese en seguida al Dr. Gregorio López Madera, consejero de Castilla y protector del teatro, rogándole con vehemencia que ponga coto á este desorden: «V. m., pues, pondrá remedio, por buen principio de su protección, á este abuso...» Así se comprende la desconfianza con que debemos mirar las ediciones de comedias españolas, que no hayan sido hechas por sus autores.
Este don de su amiga era para la Bringas como un sol resplandeciente al cual no se podía mirar cara a cara sin deslumbrarse. Porque en tal estimación tenía la autoridad de la marquesa en estos tratados, que no se atrevía a tener opinión que no fuera un reflejo de las augustas verdades proclamadas por ella.
Un obstáculo invencible parecía haberse levantado entre los dos. Watson tenía el rostro sombrío y evitaba mirar á Robledo.
Palabra del Dia
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