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Actualizado: 27 de junio de 2025
Todos se levantaron, y Hullin, entrando en la cocina, dirigió a los guerrilleros esta sencilla alocución: Amigos míos, acabamos de decidir que se lleve la resistencia hasta lo último.
Nos vio, y una palidez mortal invadió su rostro, mientras que Carlos y yo nos sonrojamos al darnos cuenta de su presencia. »Teobaldo se repuso, y nos sonrió con la tristeza que acostumbraba. »Amigos míos nos dijo, sentándose cerca de nosotros. Se acordarán ustedes de la sorpresa que me causó, hace algunos meses, el sueño que Carlos nos contó había tenido.
Eso me demuestra continuó Domingo, que lo mismo en bien que en mal me estima usted en lo que valgo. Hay otros dos volúmenes de fuerza semejante a la de este otro. También son míos. Tendría el derecho de negarlo puesto que en ellos no figura mi nombre; pero no sería usted, por cierto, la persona a quien ocultaría yo debilidades que tarde o temprano conocerá usted en totalidad.
Pero no es cuento, lectores míos, sino muy auténtico, lo que sucedió, y así se lo dirá a ustedes el primer cronista que hojeen. Aquel día las campanas clamorearon como nunca; y por fin, después de otras imponentes ceremonias de rito, el ilustrísimo señor arzobispo fulminó excomunión mayor contra el ladrón de la estaca. Pero ni por ésas.
23 Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, de lo que nos ha dado el SE
No sea usted más severa que los míos, Liette; no se niegue a mi dicha, a la suya y a la de la querida enferma a quien he dedicado los sentimientos de un hijo. «Una palabra de aliento y de confianza para darme el valor que tanto necesito.»
Y aunque no os pese, hijos míos... ¿qué pensaréis de vuestra madre? Los jóvenes bajaron la cabeza.. Vuestra madre, don Juan, es digna de vuestro respeto; la madre de vuestro esposo, doña Clara, es tan pura como vos... una violencia.... una locura... un mal pensamiento de vuestro padre, tiene la culpa de todo.
Leocadia se levantó para ir a buscar la leche de almendras, y volvió en seguida trayendo la sopera. Y todo eso en defensa de la religión dijo Millán en tono de burla. La religión no tiene nada que ver en esto, hijos míos.
Y por aquella vez no había esperanzas para Juan Pablo, porque los suyos, los que él llamaba con tanto énfasis los míos, estaban por los suelos, y había lo que llaman racha en las regiones burocráticas. A veces exploraba el mísero cesante su conciencia, y se asombraba de no encontrar en ella nada en qué fundar terminantemente su filiación política.
17 Y serán míos, dijo el SE
Palabra del Dia
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