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Actualizado: 27 de junio de 2025
Si te amo con toda el alma.... Ya sabes quien soy.... En mi vida no hay nada que me avergüence... pero en los míos.... ¡Ya lo sabes todo!... Te hice sufrir, ¿verdad? Sí, porque estás llorando.... ¡Perdóname!... Era preciso.. Más tarde habrías dicho que yo te había engañado. Tomé las manos de la joven y las llevé a mis labios.
Se hicieron los preparativos con extraordinaria reserva; el marqués y sus padrinos, con las cajas de pistolas, fueron a primera hora de la mañana, y yo, con los míos, nos metimos en una barca después de comer. El patrón se sentó a la popa. Era un tipo de teatro, con patillas, faja encarnada y calañés. Nos reímos de él, porque decía en un andaluz muy cerrado: Bueno, vámonoz, que ze va el viento.
Mis negocios y mi casa decía cuando le acusaban de huraño y retraído aquí estoy a mis anchas, con mi familia, con los míos. ¿Los amigos? ¡Vengan, vengan, que serán bien recibidos! Conoció desde luego el carácter de los villaverdinos, y quiso evitarse el andar en lenguas.
-Por Dios, señores míos -dijo don Quijote-, que son tantas y tan estrañas las cosas que en este castillo, en dos veces que en él he alojado, me han sucedido, que no me atreva a decir afirmativamente ninguna cosa de lo que acerca de lo que en él se contiene se preguntare, porque imagino que cuanto en él se trata va por vía de encantamento.
Ha tenido una vaga sospecha acerca de mí: ha sentido que algo se cernía siempre sobre él á manera de una maldición; conocía instintivamente que la mano que sondeaba su corazón no era mano amiga, y que había un ojo que le observaba, buscando solamente la iniquidad, y la ha encontrado. ¡Pero no sabía que esa mano y ese ojo fueran los míos!
Pero no di al descubrimiento la importancia que le hubiera dado en otra ocasión, porque las impaciencias nos consumían, y notaba que, como si allí no hubiera más ánimos que los míos, a medida que se los infundía a Tanasia y a su familia, iba quedándome yo sin ellos.
Sin duda alguna, le temía al Ceco. Y ciertamente que tenía razón de temerle exclamó fray Antonio, con sus obscuros ojos brillantes, vueltos hacia los míos en medio de la semiobscuridad. El Ceco no es un individuo fácil de manejar. Pero ¿con qué fin ha ido a Londres? le pregunté. ¿Acaso ha ido con malas intenciones?
Hullin, que acababa de llegar con Lagarmitte, gritaba alegremente: ¡Bien, amigos míos! ¡Ya habéis entrado en fuego! ¡Mil demonios! ¡Esto marcha! Los alemanes no estarán muy orgullosos de la jornada. Luego besó a Luisa y corrió a ver a la señora Lefèvre. ¿Está usted satisfecha, Catalina? ¡No van mal nuestros asuntos! Pero ¿qué le sucede? ¿Usted no se alegra?
¡Míos! repuso Arias , renuncio la propiedad, Y en cuanto a haber envejecido, cuando yo nací, Clarita, era ya el siglo mayor de edad; por consiguiente, ajusta la cuenta. Serán los afanes y fatigas que te dan tus recomendados los que te han puesto viejo. Hay quien dice añadió otra muchacha que los extranjeros están haciendo una suscripción para levantarte una estatua.
¿Cómo no? -respondió maese Pedro-; y estas reliquias que están por este duro y estéril suelo, ¿quién las esparció y aniquiló, sino la fuerza invencible dese poderoso brazo?, y ¿cúyos eran sus cuerpos sino míos?, y ¿con quién me sustentaba yo sino con ellos?
Palabra del Dia
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